por Pedro Schwenzer
"Pienso que no debemos perder el pasado, porque no quiero que el hombre se quede ciego frente a sí mismo y frente al futuro al quedarse ciego e ignorante con respecto a su pasado."El Palacio Real en 1760Golo Mann, eminente historiador alemán
(grabado en cobre de Johann David Schleuen)
Después de la II Guerra Mundial, en los países que cayeron bajo la ocupación y opresión comunistas - un aspecto que no debe quedar al margen - se cometieron innumerables crímenes no sólo contra la población, sino también contra sus conjuntos histórico-artísticos que simbolizaban el pasado esplendoroso de sus culturas y sus Monarquías. Fue gracias a las Monarquías que el Viejo Continente tenga tanta riqueza cultural y arquitectónica, destacando las ciudades que fueran sedes de Casas Reales y Soberanas por sus conjuntos de palacios, parques y edificaciones al servicio de la Corona y la Corte. Foto: El Palacio Real en 1898
En un primer exceso de fanatismo político, en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Mundial, las dictaduras comunistas ordenaron en muchos países la demolición de los Palacios Reales y todos los símbolos que pudieran recordar a los antiguos Monarcas y sus Estados, en un intento de borrar del mapa lo imborrable, incapaces al mismo tiempo de sustituir lo destruido por algo equivalente o mejor desde el punto cultural o ideológico.
Así, en ciudades como Berlín, Königsberg o Varsovia, al igual que en todos los territorios orientales de Prusia desde el Memel hasta el Oder, los invasores bolcheviques acabaron con los vestigios del antiguo régimen monárquico que nada tenía que ver con el nacionalsocialismo, a pesar de que, en gran parte, las ruinas que quedaban en pie después de los masivos bombardeos,y muchas veces no se encontraban en tan mal estado para no poder ser salvadas y permitir una rápida reconstrucción. Fotos: Diferentes vistas del Palacio Real: Fachada romántica, fachada principal.
El Palacio Real de Berlín, ubicado en el mismo centro histórico y monumental de la capital prusiana y alemana, signo característico de un gran pasado arquitectónico y quizás el Palacio Real era, si no más grande del mundo, uno de los más grandes de más valor arquitectónico, seguía en pie en su mayor parte, no sólo los muros exteriores, y seguía casi intacta una sorprendente cantidad de esculturas y estatuas que no cayeron víctimas de las bombas. Aunque los interiores estaban destruidos por incendios, saqueos y destrucción delibertada por los ocupadores rusos, el edificio en sí quedaba en pie. Sin embargo, tuvo que ser demolido mediante voladura controlada por el odio irracional del entonces dictador y lacayo soviético Ulbricht contra el pasado prusiano para dar lugar a un gigantesco espacio para futuras manifestaciones en masa y desfiles para la demostración de poder militar.
La misma suerte corrieron p.e. los edificios históricos de Königsberg y Varsovia. Todas las ciudades ya de por sí desposadas de sus centros históricos, perdieron así su corazón y su alma. Foto: Vista aérea del Palacio Real de 1920, con plano de situación.
En Polonia, pronto las autoridades se arrepintieron de sus atrocidades cometidas contra la cultura y la historia de su país, y comenzaron a reconstruir sus centros históricos, incluido el Palacio Real de Varsovia. En Danzig, antigua Ciudad Hanseática libre de nacionalidad alemana, también se reconstruyó el casco antiguo con importantes ayudas económicas y técnicas procedentes de Alemania.
En Rusia, tras la toma del poder por los bolcheviques, a nadie se le ocurrió derribar los palacios de la Rusia imperial, y hoy habitan en ellos con más lujo que nunca los gobernantes de turno de este gigantesco país. Los rusos recriminaron a las autoridades germano- orientales la demolición del Palacio Real de Berlín por considerarlo incluso ellos una barbaridad. Foto: Fachada romántica en 1901.
En la actualidad -aún hoy y tras el acuerdo de la Dieta Federal (Bundestag) de reconstruir el palacio-, la discusión sobre la reconstrucción o no del Palacio Real de Berlín levanta gran revuelo en la opinión pública alemana, especialmente debido a la oposición de sectores de la izquierda y extrema izquierda que quieren negar a Alemania algo que a ningún otro país de Europa se le ocurriría poner en duda: la recuperación no sólo de un centro histórico- artístico destruido por la Guerra Mundial y el régimen dictatorial en el Este de Alemania, sino también la recuperación de la cohesión histórica de un pueblo dividido demasiado tiempo y carente hoy de un sano entendimiento de su nacionalidad e historia. Foto: Fachada romántica tras la voladura el 04-11-1950.
Después de más de dos generaciones desde la guerra no se puede seguir exigiendo que, por una parte, asuman y paguen de forma ilimitada por la responsabilidad histórica nacida de esa guerra por la que no pueden ser responsables, y que, por otra parte, y para mantener vivo esta consciencia de culpabilidad, se promueva el desmontaje del pasado también mediante una interpretación tendenciosa de la historia.
Si se puede aprender de los errores cometidos en el pasado, la demolición del Palacio Real de Berlín - un barbarismo cultural sin precedentes - es un llamamiento a la responsabilidad y el respeto por el legado histórico que todos compartimos.
La reconstrucción del Palacio Real de Berlín devolvería al centro monumental de esta ciudad su armonía, donde todos los demás edificios fueron proyectados de tal forma que estuvieran en conexión directa con el Palacio Real, centro neurálgico del antiguo Reino de Prusia. Sería también la reparación de los daños causados al arte y la arquitectura, pues fue la obra maestra del escultor y arquitecto Andrés Schlüter.
Existen todos los planos del Palacio Real y gran número de esculturas, frescos y otros elementos artísticos y constructivos esparcidos por los alrededores de Berlín. En la actualidad, una asociación privada promovida por personalidades del mundo de la cultura, del arte y de la economía se ocupa de la recolección de dichos elementos para que puedan ser aprovechados en caso de decidirse finalmente la reconstrucción del Palacio Real.
No tienen sentido las argumentaciones de que hoy día no se pueda recuperar lo que está perdido, y que habría que adaptar la nueva construcción a los avances de la arquitectura moderna. ¿Se imaginan que en lugar del Palacio Real de Madrid se construyera un engendro de la arquitectura moderna mezclados con elementos residuales de antes? No se conoce a ninguna capital europea donde se discuta si el Palacio Real es un monumento acorde con los tiempos modernos o no. Un Palacio Real, al fin y al cabo, no simboliza la opresión por una dictadura, sino es testigo de la historia del país forjada por sus antiguos monarcas. La Monarquía no simboliza, desde luego, a ningún régimen detestable, y mucho menos los monumentos que hizo construir. Que devuelvan a Berlín lo que todas las capitales tienen sin sufrir remordimientos o complejos: su Palacio Real. También Berlín merece volver a tener su centro histórico. Tal vez ayudaría a que los alemanes reecontrasen su antiguo camino de prosperidad, estabilidad emocional y cohesión que tenían en tiempos de Guillermo I, cuando todos amaban a su soberano y a su país. La falta de claros puntos de referencia, el desconocimiento de la propia y no falsificada historia y la ausencia de un estilo de vida propio y seguro son el comienzo del tercermundismo. Foto: El final del apocalipsis cultural bolchevique 30-12-1950.
El "Socialismo Real", es decir, la dictadura bolchevique, con la desmoralización del pueblo mediante la supresión de la libertad de expresión, el espionaje, la corrupción, el infra- abastecimiento de la explotada "clase trabajadora" con alimentos y viviendas dignas, etc., no han podido demostrar de ninguna manera que hayan sido más "paradisíacos" que la responsablemente gobernada Monarquía prusiana. Fotos: El Palacio Real en 1924 y el engendro bolchevique del palacio de la república en mayo de 1976, por fin demolido, quie estaba contaminado de amianto (¡viva la progresía!)
A continuación siguen tres álbumes con fotos del Palacio Real antes de la guerra, después de la guerra y durante su voladura por los comunistas germano-orientales, liderados por su máximo criminal Ulbricht. Hoy en día (¡quién lo iba a pensar!), Ulbricht es imitado por los nuevos bolcheviques que desgobiernan Berlín, Wowereit, el pésimo alcalde gobernador de Berlín (SPD) y sus socios de coalición del partido comunista sucesor del SED de Ulbricht, eufemísticamente denominado La Izquierda, ya que su objetivo es el cierre definitivo del Aeropuerto Central de Tempelhof, al que les gustaría dar el mismo destino que dieron en su día sus camaradas al Palacio Real.
El Palacio Real antes de la guerra
El Palacio Real después de la guerra
La voladura del Palacio Real
o la consumación del crimen
Exposición: "El Palacio para Berlín"
El 15 de abril 1994 se inauguró en Berlín una segunda exposición sobre el antiguo "Palacio Real de la Ciudad" de Berlín.
La exposición duró hasta el 18 de septiembre de 1994 y tuvo como principal atractivo el montaje único de una simulación de lo que significaría el Palacio en su antiguo emplazamiento visto desde la Plaza de Alejandro.
La primera exposición (más de 120.000 visitantes de junio a octubre de 1993) y la simulación (millones de personas la fueron a ver) tuvieron gran eco el año anterior. Se consiguió desmontar todos los argumentos en contra de la reconstrucción, reduciéndose el debate a cuestiones puramente ideológicos y políticos.
Una vez desmontados los andamios y las lonas (que fueron subastadas por Sothebys), quedó una exposición permanente en el lugar donde se han excavado fundamentos del Palacio Real, a la espera de la decisión definitiva del gobierno alemán, que finalmente fue tomada por la cámara Baja de la Dieta Federal, aunque las consecuencias de dicha decisión no parecen hacerse realidad.