sábado, 3 de noviembre de 2012

Soberanía


por Tomás Salas

Se habla en el contexto de la política española, por parte de algunos nacionalistas, de "independencia" y,  últimamente, de "un Estado propio". Ambos (el segundo va ganando terreno al primero) me parecen términos inapropiados. La independencia en un concepto que admite gradaciones y, en realidad, no existe en grado máximo. España, por ejemplo, no es totalmente independiente porque algunos aspectos de su administración (la política monetaria, la agricultura) no dependen de ella, de su Estado. No hay, en rigor, ninguna Nación-Estado independiente en el mundo.

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Tampoco me convence la expresión "Estado propio", que es una flagrante redundancia, ya que el concepto de Estado no puede incidir sino en sí mismo. La expresión que echo en falta en este guirigay político y mediático es "soberanía".

El pensador francés Jean Bodin (siglo XVI), su primer teórico, la definió como el poder absoluto y perpetuo de una república (esta palabra, en esta  época, es sinónimo de gobierno). El concepto de soberanía es, precisamente,  el que fundamenta el Estado moderno. Si la independencia es  una situación, la soberanía es un valor: un valor fundamente en el que todos los demás que conforman el edificio político se apoyan. Y un valor absoluto (como indica Bodin) e indivisible.

España pierde  funciones y, por tanto, independencia, dentro de la Unión Europea, porque como Estado soberano decide libremente integrarse en esta institución. En virtud de su soberanía, teóricamente, un día puede  salir de aquí. La soberanía, por definición, no puede compartirse ni dividirse. Puede, en todo caso, perderse y traspasarse al otro. Por todo esto, el   problema planteado por algunos nacionalistas es más profundo y radical (y, por lo tanto, más grave) que una mera cuestión de independencia.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Las monarquías se casan con el pueblo

por Amadeo-Martín Rey y Cabieses

SS.AA.RR. los Príncipes de Prusia, ejemplo de un matrimonio real tradicional.

Los reyes han bajado del pedestal y se desposan con plebeyas. El de Letizia es sólo un caso más de una tendencia creciente en Europa. 

 Si uno repasa las bodas de los actuales príncipes herederos de las monarquías europeas reinantes, comprueba que, salvo en el caso del príncipe heredero Alois de Liechtenstein –casado en 1993 con la princesa Sofía de Baviera–, el resto de herederos de los tronos que aún sobreviven en nuestra vieja Europa han enlazado con personas no pertenecientes a lo que ha venido en llamarse el círculo de la realeza, es decir, el compuesto por las familias soberanas –reinantes o no– o las correspondientes a Estados mediatizados, es decir, los que perdieron su soberanía a principios del siglo XIX tras el establecimiento de la Confederación del Rin por Napoleón I y la posterior abolición del Sacro Imperio Romano Germánico que llevó al reconocimiento en el Congreso de Viena de la igualdad de nacimiento de los príncipes de familias soberanas y mediatizadas. 

Esa tónica de matrimonios desiguales o morganáticos es considerada por muchos como signo de modernidad y una especie de seguro para la pervivencia de la monarquía en tiempos tan avanzados. Existen teorías que propugnan que, puesto que es bueno acercarse al pueblo, conviene casarse con él para ser más respetado y hasta ensalzado por el mismo. 

Sin embargo, la historia está repleta de monarcas cercanos y amados por su pueblo que casaron conforme a las reglas propias de sus respectivas casas. Las mencionadas teorías defienden además que no hay nada que supere el sentimiento –de amor– y que ese amor sentimental será el que afiance la pareja con el consiguiente beneficio para la monarquía y la Nación, libre ya de los artificiales matrimonios de Estado. 

Hoy en día hay algunos príncipes de casas reinantes que se han casado con miembros de la nobleza –que no realeza–, como Felipe de Bélgica, pero la mayoría han optado por otro tipo de matrimonios, primando el enamoramiento sobre el respeto a la tradición nupcial de sus respectivas dinastías. 

Matrimonios morganáticos

Es el caso de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson; de Victoria de Suecia y Daniel Westling, de Guillermo Alejandro de Holanda y Máxima Zorreguieta… En parte, la causa de esta tendencia, iniciada ya en la generación anterior –Margarita II de Dinamarca con Henri de Laborde de Monpezat, Harald V de Noruega con Sonia Haraldsen, Carlos XVI Gustavo de Suecia con Silvia Sommerlath, Beatriz de los Países Bajos con Claus von Amsberg…–, está enraizada en la idea de considerar que una de las pocas y serias obligaciones que tiene un príncipe heredero –que es casarse conforme a las necesidades de la Corona y a la historia de su Casa– es algo baladí que debe ser superado por el amor que se cree –erróneamente– incompatible con matrimonios conformes con esas seculares tradiciones. 

¿Habrá acaso quien defienda que Alfonso XII no amó a su prima y esposa María de las Mercedes de Orleáns? ¿O que Alfonso XIII no se casó enamorado de la princesa Victoria Eugenia de Battenberg aunque luego acabaran separados? No obstante, fueron matrimonios conforme a las normas de la Casa de España –como lo fueron el de los Condes de Barcelona, don Juan y doña María, y el de los actuales Reyes de España–, a pesar de que en el caso de Victoria Eugenia fuera elevada in extremis por su tío Eduardo VII de Inglaterra al rango de alteza real poco antes de su boda en 1906. 

Olvidan que la monarquía es fundamentalmente una institución basada en la herencia, en la historia, en añejas tradiciones y en el respeto a ciertos deberes que son el fiel de la balanza de otros tantos privilegios. 

Hoy en día todos los monarcas reinantes en Europa –y la mayoría de los no reinantes– son primos entre sí, excepción hecha de los copríncipes de Andorra y del Papa. Ese parentesco lleva camino de diluirse tanto que en pocos lustros será casi una entelequia. Cercenar usanzas tan arraigadas como son los matrimonios entre quien ha de ocupar un trono y quien ha sido educado para entender en toda su dimensión la importancia de ese mismo trono puede ir en contra de su perdurabilidad.

* Doctor en Historia. Académico Correspondiente de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Miembro de la junta directiva de la Asociación Monárquica Europea

sábado, 9 de junio de 2012

Cinco razones (y media) para ser monárquico


por Tomás Salas

Me refiero, claro está, a la Monarquía europea, constitucional y parlamentaria, perfectamente limitada en sus prerrogativas y definida en sus funciones por la ley; y no a otros sistemas, que puedan ostentar la figura del monarca, pero que nada tienen que ver con nuestra tradición (la europea) ni con nuestro tiempo (los albores del siglo XXI).

La primera razón es que una figura de esta naturaleza existe en todas las democracias similares a la española: la figura política de alguien que queda un tanto al margen de la lucha partidista y del debate parlamentario, que sirve como elementos aglutinador y moderador de la diversidad ideológica y como icono representativo y simbólico del ser nacional. Una figura así parece necesaria y es ocupada -jugando un papel bastante parecido- por un presidente o por un monarca. Se observa la conveniencia de quede cierto margen neutro, un espacio donde no entre la pura y legítima confrontación democrática. No ocurre así en ciertas naciones de sistema presidencialista (EEUU, Francia) en los que se asume con normalidad que el Jefe del Estado, a a la vez que defiende los intereses supremos de la nación, maniobre en favor de un partido; y hace las dos cosas sin contradicción. Estos países tienen un fuerte sentido nacional y una sólida cohesión territorial, por lo que la confrontación política nunca pone en entredicho los valores sustantivos del ser nacional.

Si la función es necesaria -aquí entra la segunda razón-, ¿por qué buscar una solución fuera cuando es un problema que está resuelto? No se trataría en ningún caso de suprimir la función (la figura de una magistratura suprema al socaire de las confrontaciones políticas), puesto que en España sería impensable una república presidencialista al modo americano. Se trataría, en todo caso, de cambiar la naturaleza y el modo de elección de esta magistratura. Pero, ¿con qué ventajas? Me refiero a ventajas prácticas, funcionales. Cambiar una figura por otra que tenga los mismos contenidos constitucionales no puede suponer (repito: desde un punto de vista funcional y práctico) avance o retroceso; en todo caso, un riesgo, una apuesta incierta y azarosa.

La tercera razón: la monarquía constitucional nos sitúa dentro de un club cuyo número de miembros es reducido, pero selecto. Países que están a la vanguardia del desarrollo económico, social y cultural: Bélgica, Holanda, Dinamarca, Reino Unido, Suecia… No debe importarnos estar en un grupo con socios de esta calidad. En ninguno de estos países parece que la Corona haya sido un freno para los avances sociales, más bien ha contribuido a crear el clima de estabilidad y seguridad que los ha propiciado.

La cuarta razón es quizá la más repetida y obvia. La Corona en España aporta un factor de continuidad, de estabilidad y cohesión en un país que históricamente ha mostrado una genética tendencia la dispersión, al individualismo, ha hacer cada cual de su espacio, territorial o ideológico, un lugar irreductible. En España cualquier barrio disperso sueña con ser un municipio con ayuntamiento propio; cualquier región quiere formar un Estado. Hay una tendencia nunca vencida del todo a separarse del todo abarcador, a romper los vínculos de unidad. La institución de la Corona no soluciona este problema, que no sabemos si tendrá solución, pero lo mitiga, amortigua su dinámica disgregadora.

La quinta razón proviene de la experiencia histórica. Las dos experiencias republicanas han sido momentos de grave desestabilización y de profundos conflictos; momentos en los que -con expresión de Julián Marías- se rompe la concordia. La primera república (1873-1874) provocó situaciones que hoy nos resultan casi más cómicas que trágicas. Pequeños pueblos y pedanías que se declaran cantones independientes; cuatro presidentes en once meses y uno de ellos, Estanislao Figueras, que huye a Francia tomando distancia de una situación que consideraba una insostenible locura. La segunda (1931-1936) nunca llegó a cuajar como un sistema abarcador de toda la sociedad española. Le faltó el sentido de la convivencia y la tolerancia, el espíritu integrador. Se ahogó impulsada por los radicalismos, apartando y desengañando a muchos republicanos moderados que, en principio, la apoyaron. Ninguna de estas dos etapas debe ser un modelo, una aurea aetas ideal a la que haya que volver.

La última razón (la media) es más bien un sinrazón. Me parece que los republicanos españoles, al menos los que se declaran como tales de forma más ostentosa, no tienen muy claro lo que significa esta forma de Estado en nuestro contexto geo-político y en nuestra época. Ellos identifican la república con un cambio social progresivo, con una sociedad más justa, equitativa y respetuosa con los derechos. Esto pudo ser una realidad en 1879 cuando, con la cabeza de Luís XVI, caía un sistema supuestamente oligárquico y se abría la posibilidad de un Estado de ciudadanos libres e iguales. Asimismo en el proceso de independencia de las colonias americanas, en el que la república es el movimiento liberador frente a la monarquía de la metrópoli. La monarquía es el Ancien Régime y la república es el nuevo tiempo abierto a lo cambios igualitarios. Un espíritu parecido movió a los republicanos españoles (a algunos, a los moderados) de 1931: evolucionar hacia un sistema más democrático y socialmente avanzado. Pero, ¿puede haber alguien que piense en serio que en la España actual un cambio de esta naturaleza propiciaría una sociedad más justa, una profundización de nuestros derechos? Una posible III República española seguiría siendo un país con economía de mercado, banqueros, obispos y ejércitos; nuestros derechos serían los mismos que la actual Constitución contempla y nuestro sistema de organización territorial no podría -sin peligro serio- ser más descentralizado. Quienes crean que el cambio en la forma de Estado conlleva estos cambios sociales, más que en las ideas, están equivocados en la época. 

viernes, 8 de junio de 2012

La Monarquía Británica vale más de 44.000 millones de Libras



Según un informe de Brand Finance, se calcula que la Monarquía Británica tiene un valor de más de 44.000 millones d libras esterlinas y que el Jubileo Diamante de S.M. la reina Isabel II generará ganancias a la economóa británica por valor de más de 2.400 millones de libras - una cantidad muy importante si pensamos que el coste del festivo especial del Jubileo Diamante puede tener un coste de 1.200 millones de libras.

¿Cuáles son las razones para que las actividades conmemorativas del 60º aniversario de la Coronación de la Reina generen realmente tanto valor?

El valor

El informe elaborado por Brand Finance toma en consideración los activos de la Monarquía de una forma muy similar al procedimiento aplicado a otras marcas.

David Haigh, director general de Brand Finance, se muestra entusiasmado con el valor de la Monarquía: "Entre todas las marcas británicas, la Monarquía es una de las marcas más valiosas. Con independencia de lo que s epueda pensar sobre el principio constitucional, parece que hay pocas dudas acerca del hecho de que la institución de la Monarquía añade importantes ingresos anuales y un valor económico a largo plazo al Reino Unido."

El informe constata que en conjunto los activos tangibles -como pueden ser castillos y coronas- representan un valor de unos 18.000 millones de libras, y los 26.400 millones de libras restantes provienen de activos intangibles como el turismo.

Cálculo matemático

El valor se basa en una gran variedad de fuentes. El aspecto más importante son los inmuebles de la Corona, valorados en 8.285 millones de libras, seguidos de los 4.057 millones de libras de garantías reales. La categoría siguiente es  más controvertida con sus 4.039 millones de libras, ya que se trata del valor publicitario de la cobertura de la Monarquía.

Otras aportaciones significativas se calcularon pariendo del ocio, del turismo y del alojamiento, siendo los ingresos de eventos especiales, ocio y alojamientos, así como de la venta de artículos publicitarios y de recuerdos y el valor del escudo relacionados con el Jubileo de 513 millones de libras.

Todos estos valores se pusieron en comparación con los gastos más importantes, que incluyen el coste del festivo especial de 1.140 millones de libras, 3.249 millones d libras para seguridad, 845 millones de libras de gastos de los ayuntamientos y 461 millones de libras de costes de carácter civil. Otros gastos incluyen viajes, las pérdidas generadas por los ducados de Cornwall y Lancaster, gastos del gobierno, relaciones públicas y mantenimiento de las propiedades.

El informe concluye que la Monarquía hace una contribución vital y significativa a la economía del Reino Unido. Haigh añade: "Sería estúpido decir que los miembros de la Familia Real no son ricos y privilegiados. Lo místico de la institución reside en el hecho que lo son. Algunos son más ricos y más privilegiados que otros, y los hay que comentan este hecho con menos tacto. Pero, ¿no vale la pena pagar este precio?



jueves, 17 de mayo de 2012

La asociación monárquica europea cree que los reyes tienen el deber de acudir a las invitaciones de otros


MADRID, 17 (SERVIMEDIA)

La Asociación Monárquica Europea se mostró hoy en desacuerdo con que la Reina, a instancias del Gobierno, haya cancelado su asistencia al almuerzo organizado por Isabel II de Inglaterra para celebrar el 60 aniversario de su reinado, pues las casas reales tienen la "obligación" de acudir a las invitaciones de otras.

Así se pronunció, en declaraciones a Servimedia, el presidente de esta asociación, Pedro Schwenzer, quien aseguró que ésta es la posición común entre los socios aunque algunos defiendan la soberanía española sobre Gibraltar y otros, como él, opinen que el contencioso es "ridículo" y que la reina de Inglaterra tiene perfecto derecho a visitar a sus súbditos sin que España se lo tome como una ofensa.

Schwenzer apuntó que la decisión de no ir o no ir debería correr a cargo de la Familia Real, puesto que si se inmiscuye en ella el Gobierno se estará evidenciando que en España no hay separación de poderes.

A su juicio, el Ejecutivo demuestra vetando el viaje que no entiende lo importante que es para la imagen de España estar presente en el almuerzo de Isabel II, siendo España una monarquía cuyos titulares han de relacionarse con sus homólogos de otros países, con los que además suele mantener vínculos familiares.

(SERVIMEDIA)
17-MAY-12
KRT/caa

sábado, 28 de abril de 2012

Entrevista: “No es mejor una república que una monarquía, ni al revés” (II)


Publicamos hoy la segunda parte de la entrevista con Pedro Schwenzer, presidente de la Asociación Monárquica Europea, entidad que difunde y defiende los ideales que encarnan las diferentes monarquías del continente europeo. En esta segunda parte repasamos algunas de las principales monarquías del mundo, aún en el trono o como un remanente del antiguo esplendor. 

PREGUNTA: ¿Qué opinión le merece Simeón de Bulgaria, el cual fue rey y luego se convirtió en presidente de una República?

RESPUESTA: Simeón II no se convirtió en presidente de república, sino en primer ministro, que es una diferencia. Nominalmente sigue siendo rey, ya que nunca abdicó. Él intentó mantener una posición neutral al no tomar decisiones políticas, que dejó en manos de su gobierno. El problema en los países del Este es que el pueblo espera de un rey algo más que sólo una figura representativa, pero Simeón II tiene una visión occidental de lo que debe ser un rey hoy en día. Este entendimiento de su función como rey no encajó con la función de primer ministro / jefe del Ejecutivo, y por eso la fórmula no se repitió.


De todos modos, nosotros vemos la intervención en la política del Rey Simeón II de Bulgaria como un error, pues ha roto la imprescindible independencia y neutralidad política que debe tener la Corona, con lo cual la posibilidad de restaurar la Monarquía quedó muy limitada al estar contaminada por la orientación ideológica y política de la institución, al haber participado su cabeza en la lucha partidaria. Además, en aquel momento Bulgaria aún pasaba por un momento político muy complicado, la gente esperaba más de Simeón II de lo que pudo hacer por el país, aunque ha hecho mucho por Bulgaria, y eso hizo que su partido no volviera a ganar las siguientes elecciones. Tampoco un rey puede hacer milagros.


P: Actualmente existen dos monarquías (Malasia y Emiratos Árabes Unidos) cuyo sistema de organización territorial es la federación de estados. ¿Podría ello ser aplicado a España?

R: Cada país, sea república o monarquía debe adaptar su forma de gobierno a sus intereses y circunstancias nacionales, a su historia y a aquel procedimiento que permita, al régimen que sea, ser más útil a sus ciudadanos.

713px Location European monarchies.svg  600x504 Pedro Schwenzer: No es mejor una república que una monarquía, ni al revés
Mapa de monarquías en Europa./ Ssolbergj


P: ¿Preferiría que las repúblicas como Alemania, Austria o Francia, que en su día fueron Imperios, regresaran al sistema monárquico parlamentario?

R: No se trata de si lo preferimos nosotros, sino que cada pueblo decida lo que considera mejor para él. No obstante, en Alemania y en Austria las repúblicas no se instauraron por voluntad popular, sino por imposición tras perder la Primera Guerra Mundial. En Alemania esta situación implicaba que el pueblo, que se sentía mayoritariamente monárquico, no quería perder su monarquía. El mejor ejemplo es que eligieran a Hindenburg para presidente de la república. El mismo Churchill reconoció más tarde que Alemania habría tenido una trayectoria muy diferente de haber mantenido la monarquía. Ni en 1918 ni en 1949 en Alemania se dio a elegir al pueblo si quería monarquía o república, en Austria otro tanto. Una restauración monárquica en Alemania sólo sería posible con una reorganización del Estado conforme a las fronteras históricas internas y como monarquía federal, con un período constituyente, e implicaría un complejo proceso de negociaciones con las antiguas potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.

En Austria sería más sencillo, ya que Austria quedaría reducida, en principio, al territorio actual. En Francia se iba a restaurar la monarquía como reino tras la caída del Emperador Napoleón III, pero el intento fracasó no por decisión del pueblo, sino porque el entonces heredero de la corona de la dinastía de los Borbones puso condiciones algo extravagantes. No es mejor una república que una monarquía, ni al revés. Es mejor aquel sistema de gobierno que mejor sirve a los intereses de su país y de sus ciudadanos. Evidentemente, para los monárquicos el mejor sistema de gobierno es aquel que tiene a la cabeza a un rey, siempre dentro de un sistema plenamente democrático donde la soberanía resida en el pueblo. Los países que menciona, a través de complejos y en ocasiones sangrientos procesos históricos, han pasado a ser repúblicas que según parece cumplen con las demandas de sus ciudadanos. Exactamente lo mismo ocurre en países con democracias coronadas como España, Gran Bretaña, Suecia o Japón.

P: En Francia, hay tres corrientes monárquicas: los legitimistas (pro borbones), los orléanistas (pro Orleans) y los Bonapartistas. ¿Cuál de ellas tiene su apoyo y por qué?

R: Eso es una decisión que llegado el caso de que se restaurara la monarquía en el país vecino, deberán decidirlo los franceses. De todos modos, los legitimistas son monárquicos con una ideología política concreta (ultraconservadores). La opción del Imperio bonapartista no nos parece una monarquía auténtica. Nuestra asociación sólo mantiene relaciones estrechas con los partidarios de la Casa Real de Bourbon-Orléans con el Conde de París como heredero de la Corona. En este sentido mantenemos contactos con la Nouvelle Action Royaliste desde 1990. La rama legitimista no nos parece viable al ser el representante de esta línea Don Luis Alfonso de Borbón, hijo del Duque de Cádiz. No nos parece una opción en la Francia actual la aceptación de una rama colateral de los Borbones originales, ya que el pretendiente es español.

P: ¿En el caso de Rusia, tienen ustedes algún lazo o contacto con la familia Romanoff o sus “supuestos” herederos? ¿Cuál es, si lo saben, la situación (popularidad, conocimiento) de la monarquía en este país?

No mantenemos relaciones con la Casa Imperial de Rusia. La jefa de la casa imperial es S.A.I. Doña María, Gran Duquesa de Rusia. Es la única que cuenta con un reconocimiento oficial. Su padre Vladimiro fue durante todo el tiempo posterior a la Revolución el jefe de la Casa Imperial. Es normal que en familias tan extensas aparezcan luego otros que pretendan ser herederos de la corona, pero llegado el momento será la Familia Imperial la que tendrá que tomar una determinación. En Rusia existen muchas asociaciones monárquicas, algunas bastante grandes, pero no tenemos datos concretos sobre sus actividades, entre otras razones porque es para nosotros imposible seguir sus publicaciones en ruso.


P: Como asociación monárquica que son, ¿qué piensan de las monarquías de Arabia Saudí o Marruecos, mucho más próxima a nosotros?

R: Como en el caso de las repúblicas donde países como Cuba, Venezuela o Corea del Norte no son precisamente buenos ejemplos, con las monarquías pasa lo mismo. Estos ejemplos que menciona, chocan plenamente con lo que la Asociación Monárquica Europea defiende, y que se resume en la Monarquía Parlamentaria, donde el soberano, como símbolo de la nación reina, el ejecutivo de turno gobierna y la soberanía nacional está plena y democráticamente representada en un parlamento como en el caso de España, Holanda o Dinamarca. Estos dos ejemplos de sistemas monárquicos que señala son peculiares especialmente para el concepto de monarquía parlamentaria que conocemos en Occidente. Estos sistemas monárquicos la AME no los comparte, pues en el caso de Marruecos, el soberano todavía conserva importantes parcelas de poder, mientras que en Arabia Saudí lo que hay es una monarquía absoluta de carácter religioso. Lo que ocurre es que las monarquías árabes responden a la idea de Estado que tienen estos pueblos, por lo que para ellos pueden ser buenos sistemas, aunque nosotros no compartamos esta forma de gobierno.






Entrevista: “Las repúblicas pueden ser tan anacrónicas como las monarquías” (I)


La Familia Real española ha tenido un protagonismo inusual en los medios durante las últimas semanas. Escándalos como el caso Urdangarin o el viaje del rey Juan Carlos I a Bostwana han alzado las voces de aquellos que se plantean un cambio en el modelo de Estado. Pero España no es el único país europeo con un monarca como Jefe de Estado y existen otros modelos. A ellos nos hemos acercado gracias a Pedro Schwenzer, presidente de la Asociación Monárquica Europea, entidad que difunde y defiende los ideales que encarnan las diferentes monarquías del continente europeo. Schwenzer ha repasado con Miradas de Internacional los aspectos más jurídicos y polémicos que rodean a la figura de un rey, que os ofrecemos en esta primera parte, y las diferentes monarquías europeas e internacionales, que serán el objeto de un segundo fragmento de la entrevista.

PREGUNTA: ¿Qué responderían a aquellas personas que se preguntan qué sentido pueden tener las monarquías en el Siglo XXI, es decir, que las consideran anacrónicas?

RESPUESTA: Que es falso. Que es un argumento que no se sostiene y que es un tópico que tiene como objetivo trasladar la idea interesada de que para avanzar social, política y económicamente, un país tiene que ser una república. Según ese erróneo y equivocado planteamiento, países como Gran Bretaña, Japón, Suecia, Holanda o la propia España ¿qué serían? ¿Los que manifiestan tan absurdo planteamiento mantienen que estos países son subdesarrollados, política, social y económicamente? Hay que ser serios en estos temas y huir de la demagogia, el amarillismo, el simplismo y el oportunismo político. Las repúblicas pueden ser tan anacrónicas como las monarquías. 

Lo que tienen que demostrar ambos sistemas es que son útiles para los ciudadanos a los que sirven, ya sea con un rey o con un presidente. El régimen de monarquía parlamentaria, que la Asociación Monárquica Europea defiende, es desde nuestro punto de vista el más perfecto porque permite entre otras cosas, que la más alta representación y símbolo de la nación, sea total y plenamente apolítico, cosa que en una república es imposible por la contaminación ideológica y partidista del máximo representante de la nación precisamente por haber sido votado. Al haber sido elegido por su ideología y por su color político, su representatividad ante los que no le han votado disminuye o desaparece. Realmente solo representa a los que le han votado. Además de que los presidentes de las repúblicas están comprometidos con intereses partidistas o económicos y empresariales, como en Estados Unidos donde las empresas donan dinero para las campañas presidenciales.

El rey en una monarquía parlamentaria no le debe nada a nadie, ni busca ascender, ni poder o riqueza porque ya está en la cima. Desde su nacimiento ha sido preparado concienzudamente con el único y exclusivo objetivo de servir a su país por encima de todo. No busca obtener réditos personales, políticos o partidistas. En España tenemos la suerte de tener en Don Felipe, al Príncipe de Asturias mejor preparado de toda la historia de nuestro país.

En una monarquía parlamentaria, el rey lo es de todos y de cada uno al tiempo. Todos los ciudadanos pueden sentirse representados por él. ¿Se podría decir lo mismo de González, Aznar, Zapatero o Rajoy como presidentes de una hipotética república? La respuesta es no.

P: ¿Qué opina de la opacidad de las cuentas reales en España, y de que Casa Real esté fuera de la ley de Transparencia? ¿Cómo compararía esto con el resto de casas reales europeas?

R: No hay opacidad en las cuentas de la Casa Real. El coste se ha conocido siempre. Lo que no ha habido durante varios años ha sido un detalle del gasto como sí ocurrió al principio del reinado de Don Juan Carlos. De todos modos, desde siempre se ha conocido el presupuesto de la Casa Real. Además la Constitución otorga al Rey la capacidad para administrar el presupuesto asignado según establece el Artículo 65 cuando señala que “El Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su familia y Casa, y distribuye libremente la misma.”

Por cierto, un coste que es de los más bajos de las monarquías europeas y no hablemos de repúblicas como la francesa o italiana, cuyo coste superan los 200 y los 100 millones de euros/año respectivamente, en comparación con los 8,4 millones de la española. A los españoles la Casa Real nos cuesta aproximadamente unos 19 céntimos de euro por persona y año.

En cuanto a lo de estar fuera de la Ley de Transparencia, compartimos en este caso la decisión del Gobierno en este sentido pues la Casa Real no pertenece a los ámbitos de aplicación de la misma. De todos modos parece que se olvida o se quiere ignorar que la Casa Real es la primera interesada en que sus cuentas sean claras y transparentes, por lo que Su Majestad el Rey promovió la creación del cargo de Interventor de Hacienda en su Casa, para que controle el presupuesto y los gastos de acuerdo a lo establecido para la Administración General del Estado.

P: Refiriéndonos al monarca español, ahora se habla de sus affaires amorosos: ¿Debe tener un monarca derecho a vida privada?

Sobre el tema de un supuesto affaire, la Asociación Monárquica Europea no entra en rumores propios de la televisión basura o las revistas de cotilleo. En cuanto al tema de la vida privada del Rey o de la Familia Real, es de sentido común que deben tenerla y que sólo debe tener conocimiento de ella el Gobierno en aquellos aspectos relacionados con la seguridad y con aquellos que puedan afectar a la agenda pública del soberano y su familia.

P ¿Deben entonces pagar los contribuyentes eventos de la vida privada como las bodas reales?

Si me permite una pequeña observación, quiero aclarar que las bodas reales no son actos de la vida privada del Rey o de la Familia Real. Son asuntos de Estado pues en ellas contraen matrimonio personas reales que están en la línea de sucesión al Trono, como en el caso de Don Felipe, que en su día junto con Doña Letizia serán Felipe VI y Letizia, Reyes de España.



miércoles, 18 de abril de 2012

La Asociación Monárquica Europea entrevistada por CNN Chile

CNN Chile: La polémica de la Familia Real de España


Nuestro portavoz en Barcelona, Jesús Bonjoch Oliver, ha sido entrevistado por la CNN Chile para este reportaje.

martes, 17 de abril de 2012

La asociación monárquica europea avisa que unos pocos errores pueden destruir la imagen construida en 30 anos


MADRID, 16 (SERVIMEDIA)

El presidente de la Asociación Monárquica Europea, Pedro Schwenzer, advirtió hoy de que "con unas pocas actuaciones equivocadas" como la cacería del Rey en Botswana "se puede venir abajo toda la buena imagen construida a lo largo de 30 años".

Schwenzer reconoció a Servimedia que en la asociación se han quedado "esfupefactos" ante la participación de don Juan Carlos en una cacería de elefantes, que ha salido a la luz pública por la lesión sufrida por el monarca durante el viaje, que le ha obligado a ser operado en Madrid.

Al presidente de esta asociación no le parece tan importante el coste que haya podido suponer la aventura, puesto que se trata de "una actividad privada" y "cada uno puede hacer en su tiempo libre lo que quiera".

Según recordó, el Rey tiene ingresos suficientes para permitírselo y, además, probablemente fue invitado a una cacería que, por lo demás, se organiza para acabar con la superpoblación de elefantes. En este sentido, Schwenzer cree que la escapada de don Juan Carlos "no es para tanto" ni afecta a España, y añadió que "la gente se pasa tres pueblos con sus comentarios".

Más grave le parece "la mala imagen que da que un rey que dice que le quitan el sueño los jóvenes en paro se vaya de cacería". Por eso, teniendo en cuenta además la serie de noticias negativas que están proliferando en torno a la Casa Real, considera que sus asesores deberían haberle advertido que en este momento no era muy conveniente entregarse a actividades que tienen "mala prensa".

En suma, para Schwenzer "ha faltado sensibilidad ante la opinión pública", porque "uno no se puede dedicar a la alta sociedad cuando representa a todo un país que está en crisis", y aconsejó a la Familia Real que tenga "mucho más cuidado", porque "con unas pocas actuaciones equivocadas se puede venir abajo toda la buena imagen que se ha construido a lo largo de 30 años".

(SERVIMEDIA)
16-ABR-12
KRT/gja

Publicado en: El Economista   Discapnet   LaInformación.com 

sábado, 14 de abril de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

La Asociación Monárquica Europea lamenta los ataques a la Corona por el “caso Urdangarín”

Las banderas anticonstitucionales y separatistas no suponen la libertad, unidad y estabilidad institucional y política que representa la Monarquía

Madrid, 29 de febrero de 2012. La Asociación Monárquica Europea (AME) lamenta el circo montado entorno al “caso Urdangarín” y el linchamiento y acoso mediático que algunos medios y formaciones políticas minoritarias y de extrema izquierda principalmente, han puesto en marcha contra la Monarquía.

Lo que en cualquier país democrático avanzado, la imputación y posible procesamiento del yerno del soberano reinante sería una muestra de independencia judicial y de la igualdad de todos ante al Justicia, en España lo ocurrido por este caso demuestra que todavía nos queda camino por recorrer para equipararnos a democracias como Gran Bretaña, Holanda o Suecia. Porque es la Justicia quien ha de determinar la culpabilidad o no del Sr. Urdangarín y no la opinión pública o determinados periodistas y medios de comunicación.

Para la AME, no sólo es vergonzante el juicio paralelo al que está sometido Iñaki Urdangarín donde sin matices se ignora su presunción de inocencia, sino que es escandalosa la campaña mediática antimonárquica desatada aprovechando el caso, donde se ataca sin pudor, de modo bochornoso y arbitrario a la Corona, que es una institución modélica que ha permitido alcanzar a nuestro país niveles de progreso a los que nunca antes había llegado, a través de un escrupuloso ejercicio de su papel constitucional.

Es lamentable que a estas alturas todavía los españoles tengan que asistir a espectáculos como los vividos estas últimas semanas y días en los que al abrigo de la democracia, que la Monarquía contribuyó tan decisivamente a traer, se vean banderas anticonstitucionales y separatistas que no es casual, son totalmente lo opuesto a lo que representa la Monarquía, garantía de libertad, unidad y estabilidad institucional y política, además de fuente de enorme prestigio internacional.

Afortunadamente, el perfecto funcionamiento de la Corona y la impecable labor del Rey y del Príncipe de Asturias, garantía de futuro, gozan del apoyo mayoritario de los ciudadanos a pesar de quienes pretenden de manera torticera, interesada e irresponsable desgastar y desprestigiar a la Monarquía que es la más alta y ejemplar institución del Estado.


Asociación Monárquica Europea
Secretaría de Comunicación





domingo, 26 de febrero de 2012

En defensa del Rey

Urdangarín está a punto de comparecer ante un tribunal y aquí parece que se ha abierto la veda contra la monarquía en general. En un país normal, el posible procesamiento del yerno del Rey daría una imagen positiva de que vivimos en un país democrático en el que cualquiera puede ser condenado si delinque. Pero no, estamos asistiendo a un auténtico linchamiento mediático no ya del Sr. Urdangarín, saltándonos, dicho sea de paso,  lo de la presunción de inocencia, sino de la propia figura del Rey. 

IU, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, trata de rentabilizar el caso preguntando a la Casa Real por el papel del Rey en el 23-F. A estas alturas. Personalmente la campaña de prensa antimonárquica desatada a raíz del caso Urdangarín me parece escandalosa, bochornosa y vergonzante. Primero, porque es contraproducente e irresponsable aprovechar un caso aislado para estigmatizar una institución que por lo demás ha resultado hasta ahora ejemplar. Y segundo, porque es profundamente injusto olvidar que nuestro Rey ha conseguido que España pasara de la dictadura a la democracia en una Transición que aún resulta modélica en el mundo entero. Que ha ejercido impecablemente su papel de árbitro entre las fuerzas políticas asegurando alternancias pacíficas de gobierno. Que se trata de una de las figuras más respetadas internacionalmente, con un prestigio que no ha dudado en utilizar en reiteradas ocasiones para defender los intereses españoles en el mundo entero. 

El Rey es, pues, una garantía de estabilidad y de prestigio exterior de España. Y ese capital atesorado a lo largo de casi cuatro décadas no puede ser frívolamente puesto en tela de juicio porque, como estamos en un Estado de Derecho, en el caso de que se demuestre que el Sr. Urdangarín ha delinquido, pueda ser castigado con arreglo a la legalidad vigente en las mismas condiciones que cualquier otro español. Majestad, somos muchos españoles los que seguimos estándole agradecidos y estamos convencidos de que es la mejor garantía para la estabilidad del Estado. Así que mucho ánimo y todo nuestro apoyo en unos momentos tan difíciles.

Bruno Aguilera-Barchet
Catedrático de Historia del Derecho y las Instituciones 
Universidad Rey Juan Carlos I

Fuente: La Razón



martes, 7 de febrero de 2012

Los reyes no se hacen viejos, los príncipes sí





Rubén Díaz Caviedes - Sígueme en  Twitter   07/02/2012  (06:00h)


En el día de ayer, la reina Isabel II, de 86 años, cumplía la friolera de 60 en el trono británico y lo hacía pocos días después de saberse que su nieto, el príncipe Enrique, comentara en una entrevista a la BBC que su abuela no sería capaz de reinar si no fuera por la asistencia de su marido, el duque de Edimburgo: "No creo –declaró el joven príncipe– que ella pudiera hacerlo sin él, especialmente con la edad que tiene".

La controversia británica acontece cuando en Holanda los periódicos De Telegraaf y De Volkskrant publican con aire de revelación que la regente, Beatriz de Orange, de 74 años, podría abdicar este mismo año en favor de su hijo, el príncipe Guillermo. No sería la primera vez que ocurre en la casa real de los Países Bajos: La reina Guillermina I cedió el trono en 1948 a su hija Juliana I, que a su vez abdicó en favor de su hija Beatriz en 1980.

Pero la holandesa es una costumbre reciente y del todo excepcional, pues si de alguna prebenda no suelen abusar ni los reyes británicos ni los europeos en general es de la abdicación. ¿Por qué razón los monarcas evitan ceder la corona a sus herederos? ¿Qué motivos les llevan a ocupar el trono hasta el mismo día de su muerte? ¿Debería jubilarse un rey llegada una cierta edad? O lo que es más pertinente: ¿Podría, si así lo desea, abdicar?

La edad, un activo para la monarquía

“Los monárquicos consideramos que mientras un rey o una reina esté en plena posesión de sus facultades, debe seguir”, explica a El Confidencial Pedro Schwenzer, presidente de la Asociación Monárquica Europea. “Un principio básico de la monarquía hereditaria es que al rey sólo se le sustituye por fallecimiento”.

Un rey puede abdicar, según Schwenzer, pero normalmente no lo hará porque se esté haciendo demasiado mayor. La edad, comenta, no tiene por qué ser un lastre para un monarca: “A veces puede ser conveniente que se rejuvenezca la corona cediendo el puesto al príncipe heredero”, concede, aunque matiza que “depende mucho del país y la situación”.

Para este experto, el problema de envejecer no lo tiene tanto un rey como sí un príncipe: “Si el heredero es muy mayor, como ocurre en Gran Bretaña, y llega al trono a los ochenta años, puede percibirse que no desarrollará su labor como jefe de Estado con la misma eficacia”. Los súbditos, nos comenta, “valoran la experiencia de un rey”, pero no suelen mostrar la misma actitud hacia el príncipe. Si un rey abdica obligado por los años, comenta Schwenzer, “puede hacerlo no porque él sea mayor, sino porque su heredero se esté haciendo mayor”.

Una institución mítica 

Para Juan Antonio Granados, historiador y autor de Breve historia de los Borbones españoles, la clave está en no aplicar a un rey los mismos criterios profesionales que aplicaríamos a cualquier otro ciudadano: “Un rey –sintetiza– no tiene por qué jubilarse”.

“Mi opinión –comenta– es que la monarquía vive de su carácter mítico. Es una institución milenaria que echa raíces en lo sobrenatural. Para su perpetuación a largo plazo resulta fundamental conservar este aura de misticismo”.

Si los reyes no suelen abdicar, asegura, no es seguramente por doctrina o consigna política, sino “para mantenerse fieles a su propia tradición”. Una fidelidad, explica, que resulta determinante en la supervivencia de la institución a largo plazo: “En monarquía importa poco en qué consistan las tradiciones. Lo que importa es cumplirlas”.

Granados también explica a El Confidencial que “nuestro concepto de monarquía se fijó durante el Antiguo Régimen; como representante de una institución hereditaria, era inherente que el rey lo fuera hasta que muriera”. Hoy puede parecer una costumbre superada, antigua e incluso contraria al ordenamiento legal, pero “a las casas reales les gusta mantener muchas costumbres que se han quedado anticuadas”. En el fondo, apunta el experto, “se trata de hacer ver que el rey está sometido a una lógica diferente a la de los plebeyos; por eso es rey”.

O lo que es lo mismo: cuando el rey deje de comportarse como un rey, dejará de serlo. “Si un monarca pierde sus liturgias, se convierte en un presidente de la república con corona”. Y con ello, explica, “pierde su anclaje en el inconsciente colectivo”, convirtiéndose a efectos simbólicos en “un ciudadano ordinario”. La abdicación, “que en el fondo consiste en jubilarse”, aclara Granados, abunda en esta dirección. Y la institución, explica, “pierde una de sus dos grandes ceremonias: una es la coronación; la otra, el funeral de Estado”.

Incluso cuando la abdicación reflejase la voluntad colectiva y pudiera redundar en el propio beneficio –político, simbólico o humanitario– del monarca, es un tema delicado, según Granados: “No se puede pretender aplicar demasiada democracia a una institución que no es democrática”, resume.

Razones prácticas para una abdicación

Es muy significativo que las dos expresiones sobre monarcas que maneja casi cualquier ciudadano hablen de lo mismo: una es “a rey muerto, rey puesto”, y la otra “el rey ha muerto; larga vida al rey”. Llama la atención sobre el hecho José Luis Orella, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad San Pablo CEU, que explica a El Confidencial que “existen multitud de razones pragmáticas para que un rey no abdique, y la más acuciante es la continuidad”.

La muerte del rey es irrevocable, pero la abdicación no


“Una de los objetivos básicos de las modernas monarquías, más allá de la representación, es el de evitar o atajar las crisis que atraviesan los poderes ejecutivos de un país, sirviendo de asidero en continuidad entre gobiernos que se suceden”. En este contexto, explica, la propia perpetuación de la institución es fundamental, y eso explica en parte la renuencia de los reyes a abandonar el trono. “Simplemente no conviene”, concluye. “La muerte del rey es irrevocable, pero la abdicación no. Un contexto donde la abdicación fuera costumbre generaría menos confianza entre sus súbditos, ya que los antiguos reyes podrían reclamar los tronos que cedieron o que les obligaron a ceder”.

Orella también comenta que el imperativo físico ha perdido importancia entre unas coronas, las europeas, “cuya función es cada vez más simbólica, representativa y de relaciones públicas”. La labor física del monarca es menor que antaño, y también lo son las responsabilidades que recaen exclusivamente sobre su persona, ya que las funciones del rey “se van descentralizando según va ganando protagonismo el resto de integrantes de la familia real”. Llega un momento, nos indica, “en que los príncipes y princesas, las infantas e infantes o el propio rey o reina consorte pueden asumir las labores prácticas de un rey”.

Hoy día el relevo monárquico, sintetiza, “es una decisión personal” que depende del criterio del rey vigente. “Ahí es donde se expresa la cualidad del estadista”.

Por último, Orella invita a no concebir esta doctrina que opera sobre lo monárquico como algo exclusivo de los reyes. “La vieja Europa tiene que ser la vieja Europa”, explica. "Especialmente en Estados Unidos, Latinoamérica y las naciones de la Commonwealth". 

Las naciones europeas cultivan su reputación de 'alma mater' occidental


La propia identidad de muchos países europeos tiene como núcleo central a sus reyes, sobre todo si hablamos de familias que llevan siglos en el trono”, y eso es algo que, según este profesor, trasciende a la propia institución. En las antiguas colonias europeas, que hoy son gran parte del mundo, se recurre a Europa para rastrear sus raíces: “Acuden a nosotros buscando su origen, el de sus familias o el de sus propias instituciones”. Las naciones europeas, explica, cultivan su reputación de alma mater occidental, “y en ese rol tienen un papel fundamental las monarquías históricas, que proyectan una imagen de la nación idealizada, antigua y gloriosa que tanto conviene explotar". 



sábado, 7 de enero de 2012

Bildu no recibe a los Reyes Magos por ser un “símbolo monárquico”

07 ENE 2012 | L. A. Madrid

El regidor de Bildu no invitó a los Reyes Magos porque el entorno batasuno los considera un “símbolo monárquico y españolista”.


Izaguirre sólo tiene gestos para el Olentzero. / EFE

Por desvirtuar la Navidad, que no quede
Los Reyes Magos llegaron ayer en barco a San Sebastián, pero no pudieron entrar en el Ayuntamiento, ya que el alcalde de la localidad, el proetarra Juan Carlos Izaguirre, no quiso que fueran recibidos por la Corporación en las dependencias municipales. Tanto el Partido Popular como el PSOE vasco denunciaron que, en realidad, el regidor de Bildu no invitó a los Reyes Magos porque el entorno batasuno los considera un “símbolo monárquico y españolista”. Izaguirre, que tomó el bastón de mando tras las elecciones municipales del pasado mayo, rompió así la costumbre que había instaurado el anterior alcalde, el socialista Odón Elorza, de dar la bienvenida al consistorio a los tres Reyes, antes de comenzar las dos horas de recepción que dedican a los niños en el salón de plenos.

Fuentes del Gobierno donostiarra apuntaron la víspera que Izaguirre no recibiría en el Ayuntamiento a los Reyes Magos de Oriente para “no hacer distinciones” ni cometer “agravios” con el Olentzero (carbonero de la tradición vasca), y dejar así “todo el protagonismo a los niños”, informó Efe. En este sentido, las mismas fuentes subrayaron que el Ejecutivo de Bildu “no desea politizar sobre una fiesta que es exclusivamente de los niños”. Además, recordaron que el pasado día 24 de diciembre “el alcalde no recibió al Olentzero”, justificando de esta manera que Izaguirre tampoco estuviera ayer presente para saludar a los Reyes Magos.

Pese a esta argumentación, puede decirse que el regidor proetarra no ha dispensado el mismo trato a ambas tradiciones, ya que este año el Ayuntamiento bildutarra ha querido que el Olentzero sí forme parte del paquete festivo navideño, brindándole la oportunidad de ofrecer una recepción infantil en el mismo consistorio.

Fuente: La Gaceta


miércoles, 4 de enero de 2012

Es lebe der König!

Fünf gute Gründe, warum die Monarchie zu Unrecht als Staatsform unterschätzt wird


In diesen Tagen feiert die Queen ihr 50-jähriges Thronjubiläum, und der niederländische Prinz darf endlich seine Argentinierin heiraten. Für uns sind das gleich zwei gute Gründe, noch einmal an den Prozess der Athener gegen Sokrates zu erinnern. Dieser dialektische Streithansel wurde nämlich vor allem deshalb hingerichtet, weil er gegen die athenische Demokratie gewettert und dafür plädiert hatte, die Monarchie wieder einzuführen. Sokrates kippte den Schierlingsbecher mit großer Lässigkeit. Schließlich wusste er, dass seine Mörder im Unrecht waren und er Recht hatte.

Die Demokratie (wenn man darunter nichts weiter als die Herrschaft der Mehrheit versteht) ist vermutlich die schlimmste Form der Tyrannei. Es gibt kaum einen freiheitsfeindlicheren Satz als "Vox populi - vox dei"; jede totalitäre Meute darf sich von ihm nachträglich gerechtfertigt fühlen. Erträglich ist die Demokratie überhaupt nur in ihrer liberalen Variante, wenn nicht "das Volk" regiert, sondern Gesetze über allem stehen, welche die Minderheiten vor der Herrschaft der Mehrheit schützen. Diese liberale Regierungsform verträgt sich großartig mit der Monarchie, die, wie der weiseste aller Philosophen erkannte, unbestreitbare Vorzüge hat. Sie seien hier an den Fingern einer Hand aufgezählt.

Erstens: Monarchien sind schön. Sie gründen auf Traditionen, die sich in einem historischen Prozeß über Jahrtausende angesammelt haben, und verfügen deshalb über Zeremonien, die unangestrengt prächtig wirken. Das Staatszeremoniell von Republiken dagegen ist häßlich. Es wirkt immer irgendwie eckig. Das kommt daher, dass überhaupt keine Geschichte dahintersteht; die republikanischen Zeremonien wurden von Bürokraten am Reißbrett entworfen. Leider gibt es neuerdings die Tendenz, das monarchische Zeremoniell am republikanischen auszurichten (Könige in Straßenanzügen!). Dieser Kulturverfall kann gar nicht streng genug gegeißelt werden.

Zweitens: Monarchien sind harmlos. Sie befriedigen den offenbar unbesiegbaren Trieb der Menschen, ihresgleichen anzuhimmeln, und nehmen ihm dadurch seine Schärfe. Es ist kein Zufall, dass Monarchien im 20. Jahrhundert weniger anfällig für die Verlockungen des Totalitarismus waren. Wer für die Queen Mum schwärmt, hat ganz einfach keine Ohren für irgendwelche populistischen Phrasendrescher.

Drittens: Monarchien sind - jedenfalls im christlichen Abendland und im Prinzip - ein Schutzwall gegen den Antisemitismus. (Dass es auch antisemitische Monarchen wie Wilhelm II. gab, ist kein Gegenbeweis.) Denn seit der Christianisierung mußten die Könige Europas sich ihre Legitimation aus der Bibel holen: Vorher hatten sie als Nachfahren der Götter gegolten, nun gab es plötzlich keine Götter mehr. Also wurden sie fortan nach dem Vorbild der Könige Israels gesalbt. Das konnte aber nur gerechtfertigt werden, indem man ihre Stammbäume im Alten Testament wurzeln ließ.

Das heißt, die europäischen Könige hatten gar keine andere Wahl, als sich selbst zu Juden zu erklären. Deshalb trugen die Majestäten Österreich-Ungarns den Stern Davids im Wappen. Deshalb wird der britische Thronfolger bis heute am achten Tag nach der Geburt beschnitten, und zwar von einem mohel, einem jüdischen Beschneider. Infolgedessen erscheinen die Juden nicht als Exoten - oder gar Feinde -, sondern als tragende Säulen der eigenen Geschichte.

Viertens: Monarchien lehren Demut. Sie verbreiten nicht die Illusion, dass zum Regieren besondere Fähigkeiten benötigt würden, dass also nur besonders schöne, kluge und tugendhafte Menschen das Staatsschiff lenken könnten. Auch ein Schwerenöter mit abstehenden Ohren, der stottert oder zeitweilig verrückt ist, taugt zum König. Er muss nur dazu geboren sein. Langsam spricht sich ja herum, dass es auf die Intelligenz des jeweiligen amerikanischen Präsidenten gar nicht ankommt, solange er von guten Beratern umgeben ist. Bei Monarchen war das schon immer klar.

Fünftens: Königshäuser sind unterhaltsam. Eskapaden von Prinzen, Bankerte Ihrer Majestät, Orgien im Himmelbett sorgen für unversiegbaren Gesprächsstoff. Wen (außer ein paar britischen Boulevardblättern) interessieren dagegen die verklemmten Affären demokratisch gewählter Politiker?

Im Rückblick erweist es sich als Riesenglück, daß in England nach dem Interregnum des 17. Jahrhunderts die Konterrevolution triumphierte. Die gottesfürchtige puritanische Revolution unter Oliver Cromwell war zwar notwendig, weil sie das Fundament für eine Gesetzesherrschaft legte (so wurde im "Instrument of Government", einem Verfassungsentwurf der puritanischen Revolutionsjunta, zum ersten Mal das Prinzip der Gewaltenteilung festgeschrieben). Doch nach Cromwells Tod kehrte Charles II. aus dem Exil zurück und etablierte einen Hofstaat samt dem zugehörigen feudalen Lotterleben. So bewahrte er die Engländern vor den Schuldneurosen, die Königsmörder heimzusuchen pflegen, und im 18. Jahrhundert genossen sie unter ihren Monarchen die Früchte der Freiheit.

Dieses Beispiel zeigt, dass man widerspruchsfrei Monarchist und Liberaler zugleich sein kann. Ein bayerischer Witz, der Sokrates vermutlich gefallen hätte (und außerdem vorzüglich zum Wahlkampf paßt), faßt diesen dialektischen Sachverhalt in einen kleinen Dialog. Sagt der eine Bayer: "Das Beste wär halt doch eine richtige Anarchie." Antwortet der andere Bayer: "Ja. Aber mit einem starken Anarchien!"

Quelle: Die Welt