domingo, 29 de agosto de 2010

Entrevista con Rafael de Aguilar Poyatos, Conde de Bobadilla: ´El Príncipe eligió a Letizia porque sabía que ella cumpliría con su papel institucional´

El Fundador de la revista digital ´Numem´, defiende en una entrevista concedida al Diario de Mallorca el papel de la monarquía por haber traído la estabilidad a España


ESTEBAN MERCER. PALMA. Rafael de Aguilar Poyatos es hijo del Marqués de la Vega de Armijo, jefe de la noble Casa de Aguilar, una de las más antiguas de España ya que desciende de la antigua casa real de la Cerda, la primigenia de Castilla. Su título, Conde de Bobadilla, fue concedido por Carlos I y es uno de los más antiguos de Andalucía. Esta emparentado con las principales familias de la nobleza española y también con la mallorquina, donde tiene a muchos de sus amigos y seguidores. En un verano donde se ha cuestionado como nunca el comportamiento y la función de los Príncipes de Asturias, el creador de la revista digital Numen sale en su defensa para demostrar que entre los suyos cuentan y contarán con fidelidades absolutas, que los valoran y apoyan para el futuro.

­–¿Qué significa llevar un título nobiliario en el siglo XXI?
–Tener nobleza de sangre y ostentar un título nobiliario supone para mí una mayor autoexigencia. Cualquiera que ha tenido que representar a una persona o a una empresa en algún momento de su vida sabe la responsabilidad que eso implica. Nosotros representamos a nuestras familias siempre, de generación en generación, perpetuando la memoria de un hecho histórico o un servicio prestado al Rey y al Estado.

–¿No parece que hoy el Rey no presta demasiada atención a la nobleza titulada?
–No estoy de acuerdo con esta afirmación. El Rey sigue concediendo títulos nobiliarios para premiar servicios, y eso es porque sigue considerando que ennoblecer es una forma valida para distinguir y honrar a una persona y a sus descendientes. La nobleza debemos al Rey el que nos haya firmado las cartas de sucesión. Todos los que somos titulados es porque el Rey nos ha autorizado para ello. Es incomprensible que alguien pida su firma y después no le guarde fidelidad. Don Juan Carlos representa a España y a su historia, y uno de los pilares de la nobleza es guardarle fidelidad y aceptar sus decisiones.

–Pero algunos cuestionan su proceder, por ejemplo, que no tenga corte de nobles...
–La Constitución es muy clara y hay que acatarla. La Corona simboliza la continuidad y permanencia del Estado y ha tenido una gran importancia en la historia de España, creada a partir de conquistas y matrimonios de reyes. Me duele que la Corona tenga que sufrir provocaciones e insultos injustificados y se obvie casi siempre su contribución al bien común, que ha sido y es enorme. Los Reyes son hoy los principales embajadores de España, no es algo baladí, porque tiene una traducción en la política internacional importantísima. Al Rey le debemos además el haber capitaneado un Estado democrático. No es poco haber evitado convulsiones y haber proporcionado un periodo de estabilidad como nunca antes en la historia de nuestro país.

–¿Y el Príncipe? ¿Qué opina de su matrimonio con doña Letizia?
–Es un hombre que lleva toda la vida preparándose para suceder a su padre. No hay que esperar nada que no esté ya previsto. Es el príncipe heredero mas preparado de toda Europa. Los reyes se han ofrecido siempre, incluso en holocausto genético, en una política matrimonial que fuera beneficiosa para el Estado. Hoy, la política matrimonial no exige estos sacrificios porque la situación ha cambiado. Me parece bien que el Príncipe elija por amor a su mujer. La princesa Letizia lo esta haciendo bien, es discreta, sabe estar, y eso se ve porque en todos estos años no ha cometido grandes errores.

–Sin embargo este verano ha sido muy criticada…
–El Príncipe es un hombre con gran sentido de Estado y la eligió con sentido de responsabilidad, sabiendo perfectamente que sería capaz de cumplir con su papel institucional al margen de lo que significaba su matrimonio a nivel privado. Son personas, se aman, han querido formar una familia y no hay nadie que pueda criticar algo tan bonito que además supone un servicio al Estado. Se critican tonterías sin importancia que la realidad se encarga de desmentir continuamente. Lo están haciendo muy bien.

–¿Su revista digital Numen es un gran foro monárquico?¿Como nace?
–En el año 2002, mientras escuchaba un discurso que el Rey ofrecía ante la Diputación de la Grandeza de España y la que se impulsaba la entrada de toda la nobleza en la institución. Recalcó la idea de servicio que deben tener todos los nobles, así como su obligación de transmitir una serie de valores morales a las nuevas generaciones. Pensé que una buena forma de contribuir era fundar una revista que sirviera a estos objetivos. Es una revista de excelencia que potencia ese adjetivo a veces tan denostado. El éxito ha sido tal que exige mi dedicación a tiempo completo. Destacamos a todas aquellas personas, de la nobleza o no, que tienen un merito sustantivo, un merito de verdad. Y sí, nos aglutinamos en torno a la monarquía porque creemos en ella.

jueves, 19 de agosto de 2010

Melilla, una Joya de la Corona

Melilla La Vieja
Cuando el 6 de noviembre de 2007 SS.MM. los Reyes de España realizaron su primera visita oficial a la ciudad española de Melilla, habían pasado ya quince años desde que anunciaran dicho viaje a principios de 1992. La recepción por el pueblo melillense fue apoteósica, mientras que por parte del país vecino de Marruecos hubo aireadas protestas contra dicha visita, considerada por las autoridades marroquíes como provocación, lo que constituía una osadía, ya que ningún país puede dictar a un país vecino si su jefe de estado puede o no visitar uno de sus territorios. La tardanza de la visita pendiente desde 1975 sólo respondía al poco coraje de los gobiernos españoles de reafirmar la españolidad de sus enclaves norteafricanos.

Con motivo de la visita anunciada hace ahora 17 años, nuestro socio y diputado por Melilla Don Antonio Gutiérrez Molina escribió el siguiente artículo para Monarquía Europea que no ha perdido su actualidad.

Desde que S.M. el Rey Don Alfonso XIII visitara Melilla, ningún jefe de estado español había puesto sus pies en esta ciudad "colocada en alto, fuerte inexpugnable y cuya construcción hubieran envidiado los amelecitas", tal como nos la presenta el poeta Ben Musa En Reghi, citado por el historiador Fernández de Castro en sus "Apuntes para una historia del Septentrión africano en las Edades Antigua y Media".

SS.MM. los Reyes en Melilla 2007
La reciente historia melillense, la permanente reivindicación del monarca alauí, la propia configuración social de la ciudad, hacía muy necesario este gesto de la Corona de visitar por quien la encarna la ciudad de Melilla.

No pasa desapercibida a las fuerzas políticas la visita de Don Juan Carlos. El Rey, tal como nos dice el artículo 56 de la Constitución actual de 1978, no sólo es el Jefe del Estado, sino que es el símbolo de su unidad y permanencia. De ahí que la visita de S.M. a una tierra como esta, que día a día hace vocación permanente de su unidad a España, tenga la importancia capital de afirmación y permanencia de Melilla a la Corona.

S.M. el Reypasando revista a los Regulares
La relación de Melilla con la Corona española se remonta a los propios orígenes de la ciudad. Entendiendo como origen su incorporación definitiva a Occidente, los reyes de Aragón y de Castilla no desertaron jamás de establecer la españolidad en la costa norte africana.

Fernando III de Castilla preparó la liquidación del reino musulmán surpeninsular. Inició una serie de acciones sobre el norte de África. mandó un ejército al Atlas para auxiliar a las tribus que le debían vasallaje y concertó con los bereberes facilidades para las misiones franciscanas y franquicias para los castellano 
 s de Marraquech.

A la vista de la anarquía del norte de África, el rey castellano preparó un gran ejército para una futura expedición, pero su muerte en 1252 paralizó este propósito.

A comienzos del siglo XIV las tensiones entre el Reino de Castilla y Granada giran entorno al "problema del estrecho".

En el breve reinado de Enrique III se efectuaron también expediciones a las costas de Melilla para reprimir a los piratas.

El siglo XIV y parte del XV es en el Rif trasunto de las vicisitudes de la península. Dicho de otro modo: Lo que en España sucede se refleja en el Rif. Con tal intensidad vive y sufre Melilla la historia medieval de los reinos de España que podemos afirmar que Melilla vive siempre de cara a Iberia y de espaldas a África, porque la Corona, pese a la lejanía física, estaba en su propia historia. Todo lo que sucedía en el continente le era distante y remoto.

En el siglo XV, Melilla se recuperaría definitivamente para la hispanidad.

La reconquista de Melilla -como gusta denominarla en sus obras al Prog. Salafranca- aparece salpicada de ricos acontecimientos. Después de la batalla de Toro, que decidió el triunfo de Doña Isabel de Castilla sobre Doña Juana "La Beltraneja", se concertó en Alcántara y firmó en Trujillo un tratado de par que establecía un reparto de soberanía en el Continente Africano.

Es quizás el primer eslabón des las posterioresempresas de la política africana de Los Reyes.

El 17 de septiembre de 1497 se ocupa la abandonada Villa de Melilla, asolada y derribada antes por sus propios habitantes hartos de ser raziados y molestados por las tropas y mermadas de los Reyes de Fez y Tremicen, pues ambos monarcas se la disputaban como propia de sus dominios.

Monumento a Pedro de Estopiñán
Pese a que Don Fernando el Católico desistió en principio del intento, Don Juan de Guzmán, Duque de Medina-Sidonia, se encamina con la idea primitiva del Monarca Católico de tomar Melilla, y sin pegar un tiro -como se diría hoy- el Contador e su Casa Don Pedro de Estopiñán y Virnes, tomaba en la noche del 17 de septiembre de 1497 la destruida y deshabitada Melilla.

Inteligentemente, los Reyes Católicos hicieron suya la conquista a través de una serie de medidas que rezuman decisión, oportunidad, habilidad y diplomacia:

Felicitan al Duque, le ayudan económicamente, envían dos compañías reales a Melilla. De tal forma que en un plazo no muy corto el señorío ducal se convierte en realengo, tal como convenía a la Corona.

Con los Austrias la relación de Melilla es variopinta y refleja en ella el carácter de los distintos reyes que la conformaron. El 16 de enero de 1556 -por renuncia de su padre Carlos I- sube al trono de España Felipe II, y al poco tiempo, el 7 de junio de 1556, ocurre la definitiva conversión en realengo de Melilla y el Rey "confiere el mismo trato que las demás tierras de nuestros reinos". Aquí se aienta otro peldaño más en la relación y vínculo de Melilla con la Corona.

Esta relación perdura a través de los siglos. Cabe señalar que a la invasión napoleónica, Melilla no reconoce a José Bonaparte y a su representación en las Cortes de Bayona. Constituyeron los melillenses juritas de guerra para sostener al Rey legítimo.

De esa forma, sólo Cádiz, Ceuta y MNelilla se vieron libres de la ocupación napoleónica.

Melilla
Dando un salto en el tiempo, en el año 1909 se produjo un levantamiento de las cábilas del Rif, que atacaron  las posiciones en el Barranco del Lobo ENtre 1909 y 1927 duró la pacificación de la zona en cuyo empeño Alfonso XIII impusló a sus sucesivos gobiernos, debiendo pasar el terrible año de 1921. La Corona se vinculó aún más con Melilla, porque la guerra anudaba aún más la voluntad de unión entre los melillenses y la Monarquía española. Hay que señalar que  tres generales, Margallo, Pinto y Silvestre, perdieron la vida por defender Melilla y su permanente  vinculación a la Corona.

Así llegamos a la época actual.  Todos estos recuerdos comnfiguran la historia viva de Melilla. Por eso, cuando Los Reyes llegaron a esta tierra, los melillenses vieron en ellos la permanencia y seguridad, y de ahí que los acogieron con el alborozo de quienes vuelven a casa.

Antonio Gutiérrez Molina
Diputado por Melilla 

Publicado en Monarquía Europea Nº 3 - Año I - 1992 - ligeramente actualizado para este blog.

martes, 3 de agosto de 2010

El Rey, los gestos y los toros

S.A.R. Doña Elena y S.M. el Rey
Don Juan Carlos siempre ha seguido la exigencia a la que obligan las modernas monarquías: mantener la interlocución con la ciudadanía y ser sensible a las preocupaciones y alegrías de los españoles, a fin de que la representación de la Corona sea efectiva.

El carácter del Rey y la profesionalidad de los miembros de su familia le han conseguido a Don Juan Carlos una popularidad indudable, que en buena parte ha compensado con amplias dosis de juancarlismo la falta de una sólida opinión pública monárquica.

En atención, por ejemplo, a la crisis que sufrimos los españoles, la Casa Real ha correspondido congelando su presupuesto o adoptando otras medidas de austeridad, como vemos estos días en la reducción de su calendario vacacional.

En atención asimismo a otro problema creciente, como es la cuestión territorial en Cataluña, el Príncipe Felipe –el futuro y, cada vez más, el presente de la institución monárquica–, se ha implicado en una institución tan útil como es la Fundación Príncipe de Gerona.

La Casa Real debe seguir en esta línea de sensibilidad a los problemas de los españoles, que son los problemas de la nación. Si el Rey tiene tasadas sus funciones en la Constitución, también goza de un amplio margen de discrecionalidad en el desarrollo de las mismas.

Por analogía, España como nación no se limita a un “patriotismo constitucional” reduccionista de una nación tan rica en historia y en patrimonio, y la Familia Real es y ha de ser más consciente que nadie de este punto. En este sentido, cabe recordar que la tauromaquia forma parte de ese patrimonio cultural, social y artístico español, y por ello ha contado con la adhesión multisecular de los españoles y, asimismo, con el apoyo de una Familia Real a la que el pueblo ha apreciado, también a lo largo de los siglos, por su genuino casticismo.

Ciertamente, uno puede ser un perfecto español sin que le guste la Fiesta de los toros, del mismo modo que crece el número de ciudadanos de otros países con devoción por el arte de Cúchares. Pero la intencionalidad política con que se han prohibido los toros en Cataluña no sólo es un atropello de las libertades, sino que ha querido destruir los vínculos afectivos entre españoles, soliviantando a tantas personas que, dentro y fuera de Cataluña, aman los toros y aman la libertad de que haya toros.
Dado que la Corona es una magistratura simbólica, su política se viene concretando en lo que se llaman “gestos”. De ahí que, con respecto a la cuestión de los toros en Cataluña, sea conveniente que, ya que consta el apoyo del Rey a la tauromaquia, también el Príncipe tenga gestos de apoyo, como los ha tenido la Infanta Elena.

El consiguiente incremento de la popularidad no sería un espejismo, sino el agradecimiento de tantos millones de españoles que consideran que la Monarquía ha de ser de todos, y no alinearse con posiciones presuntamente progresistas, por tentador que resulte en una circunstancia dada. La Corona ha sabido –a través de Doña Sofía, por ejemplo– tender puentes con la mayoría de españoles que rechazaban leyes inicuas como la del aborto o el matrimonio homosexual.

Ahora, esa política de gestos debe abarcar la cuestión de las libertades en Cataluña y el mantenimiento de los vínculos políticos, culturales y afectivos entre dicha autonomía y toda España, del Estatut a la tauromaquia. Son gestos necesarios para que los españoles no entiendan su silencio como aquiescencia y se vean tentados a retirar el apoyo a una institución a la que siempre han apoyado por verse reflejados en ella.

Fuente: La Gaceta

domingo, 1 de agosto de 2010

María Armesto-Anta: Majestad...

MAJESTAD…, GRACIAS POR LA LIBERTAD,
POR SACRIFICAR SU PROPIA LIBERTAD Y LA DE SU FAMILIA
POR LA MÍA, DESDE SU MÁS TIERNA INFANCIA.

NINGÚN POLÍTICO DE ESTA DEMOCRACIA HA PAGADO PRECIO ALGUNO, NI POR ACCEDER AL PODER NI ESTANDO EN ÉL, SINO MÁS BIEN LO CONTRARIO, SE HAN SERVIDO, MÁS QUE EL PEOR DE LOS REYES DEL PASADO, DE UN PUEBLO INOCENTE, A QUIEN AHORA PONEN LA PUNTILLA PARA NO PERDER EL FRUTO, COMO PARÁSITOS.

NUESTRA MONARQUIA ES HOY, MÁS QUE NUNCA, LA VENTANA ABIERTA AL CIELO DE NUESTRAS MÁS ELEVADAS ESPERANZAS DE PAZ Y DE JUSTICIA...

AIRE FRESCO, CULTO, DIGNO, CONSCIENTE Y RENDIDO A SU DESTINO, REAVIVANDO NUESTROS SUEÑOS MÁS ANSIADOS Y MERECIDOS.

Estas palabras no son necesariamente la declaración de una monárquica, sino más bien la conclusión a la que llegué tras vivir mis 12 primeros años de vida, 1963-1975, durante el franquismo, y desde entonces hasta hoy, en esta extraña democracia, que agoniza… sobre los cimientos de las falsas causas de quienes la crearon, burlándose del pueblo español por demasiado tiempo.

Democracia hecha a la medida de las necesidades de su revanchismo histórico, que no a la medida de las necesidades y derechos del pueblo español, quien, por otro lado, empieza a ser mayoría en abstención… dato a tener muy en cuenta, antes de llenarse la boca políticamente, hablando de mayorías, pues son la mayoría de menos de la mitad de votantes, repartida, por algo será…

Aunque parece que de su resistencia a ver su propio fracaso, nacen otra vez los dardos envenenados del frentismo… tirando a matar, como escudo de excusas siempre el franquismo o la monarquía… cansino, cansino, enfermizo por demás, al límite de lo demencial.

Si puse Juancarlista en mi perfil del facebook, es porque, al margen de lo que los medios de comunicación han querido sugestionarnos , para que viéramos a la monarquía y a los monarcas a través de su turbia, sesgada e interesada mirada, yo observé durante más de 30 años a nuestra Familia Real desde el rigor histórico y la objetividad de una mente y de un corazón que no estuvieron nunca cegados por ideología política alguna.

No es mi estilo arrodillarme ante nadie, no lo veo ni útil, ni obligado, mas precisamente por ello, por ser ante todo un espíritu libre, veo en nuestro Rey al garante de mi libertad y la de mis ansiados nietos… a los que no renunciaré por nada del mundo.

Y veo en mí misma, por honor, la obligación de cerrar filas en torno a S.M. el Rey Don Juan Carlos I de España, con mi gratitud sincera, por su servicio a la libertad y a la defensa de los derechos y dignidades humanas, sacrificio que muchos que se sirvieron de él para entrar en España, enarbolando ciertas banderas, y cantando “libertad sin ira”, olvidan con demasiada frecuencia, ninguneando y humillando cuanto pueden a la Familia Real al completo, en un patético e irresponsable ejercicio de pueril política.

Soplan vientos huracanados, torbellino convulso de fantasmas del pasado, para conquistar o no perder frutos, hurgando en las viejas heridas del enemigo histórico, sin escrúpulo alguno… son tiempos, pues, para enfocar las miradas profundas en la dirección correcta, esa que garantice lo esencial, por encima de ideologías o dogmas... LA PAZ y LA LIBERTAD.

Y que no me pase nada… (por hacer uso de mi libertad de expresión)

Maruxa-1963