lunes, 22 de septiembre de 2008

Cataluña y la Corona Española

por Francesc Xavier Montesa

Tras la descomposición política del comunismo en los países del Este de Europa y, especialmente, en la antigua Unión Soviética, proliferaron con inusitada fuerza los aires de independentismo que no han cesado tampoco en la actualidad. El reconocimiento de la independencia de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania por parte d elas autoridades soviéticas, de EE.UU. y de la Unión Europea dio pie a que grupos nacionalistas radicales comparasen a Cataluña con los países bálticos, despreciando y tergiversando la historia a su libre albedrío. Recientemente, la cuestión de Kosovo ha dado nuevos "argumentos" a los independentistas catalanes.

La más mínima revisión de los mil años de historia catalana es suficiente para tirar por tierra cualquier tipo de similitud entre Cataluña y Lituania, por poner un ejemplo. Uno de los más destacados monarcas catalano-aragoneses, Jaime I el Conquistador, escribía en la famosa crónica de su reinado:

"Nos feim la primera cosa per Déu, la segona per salvar Espanya, la terça que nós e vós haiam tan bon preu e tan gran nom que per nós e per vós és salvada Espanya."

Si la conmemoración de efemérides tiene su importancia en cualquier sociedad, sea esta antigua o nueva, pensemos en el bicentenario de la Constitución de los Estados Unidos de América o el V Centenario del Descubrimiento. No podemos pasar por alto que la Familia Real Española es la más antigua de Europa, y digo Familia y no Dinastía, que es otra cosa distinta. Si analizamos objetivamente el árbol genealógico de S.M. el Rey, podríamos observar como Don Juan Carlos I desciende directamente de todas y cada una de las familias reales de las antiguas Monarquías peninsulares. Así no es de extrañar que en mayo de 1985, durante la histórica visita oficial que SS.MM. los Reyes realizaron a Cataluña, el Presidente del Parlamento, interpretando el sentimiento del pueblo catalán, manifestara ante la Cámara que veía en el Rey al "legítimo y más directo sucesor de aquellos Condes y Reyes que durante siglos gobernaron nuestro país en íntimo y compenetrado entendimiento con los representantes de nuestro pueblo".

La Historia, así con mayúscula, no puede disfrazarse. Cataluña se unió a Aragón porque Ramón Berenguer IV, Conde Soberano de Barcelona, se casó con la heredera del trono del Reino vecino. Otro Rey de Aragón y Conde de Barcelona se casaría siglos más tarde con la Reina de Castilla uniendo las dos Coronas bajo una misma dinastía. Así, la tan ansiada unión peninsular, que culminaría un siglo más tarde con la incorporación de Portugal, se realizó en términos pacíficos conservando cada territorio sus propias leyes e instituciones políticas.

En la Guerra de Sucesión, los antiguos Reinos de Valencia, Aragón, Mallorca y el Principado de Cataluña abrazaron el bando perdedor, pero ésta no fue una guerra de superación sino la antigua Corona de Aragón consideró con mejores derechos a la Corona española al Archiduque Pretendiente Don Carlos, que sería reconocido en Cataluña como Carlos III, pensando que siguiendo la tradición austriacista conservaría leyes, privilegios e instituciones del Principado. Con demasiada frecuencia se observa que Felipe V, sobrino-nieto del último Rey, Carlos II, reunió Cortes en Barcelona, cosa que no había hecho su antecesor, jurando fidelidad a las constituciones catalanas años antes de que una parte de Cataluña abrazara la causa del Archiduque.

Para terminar, el respeto de la Corona hacia Cataluña y hacia lo que representa, queda bien patente en las palabras de S.A.R. el Príncipe de Asturias y de Gerona en su visita oficial al Ayuntamiento de Cervera, ciudad de la que es Conde, el 23 de abril de 1990:

"No sólo no habéis de renunciar a vuestras peculiaridades, a esta nacionalidad catalana que tanto amáis y amamos todos, sino que también entre todos hemos de fortalecerla."

¿Puede alguien con mínima inteligencia seguir comparándonos con los lituanos?

Publicado en Monarquia Europea Nº 2 - Año I - Septiembre-Noviembre 1991 - con ligeras actualizaciones

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