martes, 3 de febrero de 2009

Cuidar la Monarquía

A la pregunta de si soy monárquico o republicano contestaría, más que con una afirmación, con una matización. Si me dan a elegir entre la monarquía de Marruecos o de Arabia Saudí y la república de Francia o EE.UU., prefiero la república; si me da a elegir entre la monarquía de Bélgica o el Reino Unido y la república de Cuba o China, prefiero la monarquía. Está claro: la democracia y el respeto a los derechos individuales (dejo los colectivos para otra ocasión) es lo primordial; la forma de Estado, lo secundario. Depende de cada país. Los hay que se adaptan de forma clara al modelo de republica federal, creando un sistema territorial que ensambla unidades muy diversas (Alemania o EE.UU.) o a una república más presidencialista y centralizada (Francia). En ambos casos, son países con un fuerte componente nacional, con una veneración común hacia los símbolos de la nación (bandera, himno), con una articulación territorial estable, sin problemas de separatismos ni asimetrías, con un consenso entre las fuerzas políticas en lo fundamental, sobre todo en materia de defensa y política exterior. Su ’ser nacional’ (permítaseme esta expresión un poco romántica) está asentado sobre tan sólidas bases, que pueden permitirse cambiar la jefatura del Estado sin que haya ninguna estabilidad.

No es ese el caso de España. Las dos principales fuerzas políticas tienen una gran distancia en sus planteamientos, incluso en materias ’sensibles’: las mencionadas de defensa y exterior. El espectáculo de un gobierno retirando las tropas que otro gobierno ha enviado no se hubiera dado, por ejemplo, en EE.UU., donde tanto demócratas como republicanos tienen muy claro cuáles son los intereses (los de América, claro) que tienen que defender. En España se plantean unas fricciones partidistas (el tema del Estado laico, la religión en la escuela), que en otros países de nuestro nivel ya están resueltos en un consenso más o menos común. Y si son grandes las diferencias entre conservadores y socialistas, no hablemos de los partidos nacionalistas, que tienen planteamientos en muchos casos rupturitas del marco constitucional. Estos planteamientos en España son compatibles con el izquierdismo (socialismo catalán, Izquierda Republicana). No hay pues, consenso en los parámetros políticos fundamentales.

En lo territorial, la situación se agudiza. Hay regiones (una parte considerable de sus habitantes) que no se encuentran a gusto con su situación, que no sienten a España como una casa común; que querrían cambiar el marco jurídico de forma profunda. Los nacionalistas vascos tienen como meta última la constitución de un estado independiente, asociado a España. Los catalanes no son tan radicales, pero quieren defender la asimetría, la singularidad que atribuyen a su región. En fin, no tenemos un modelo territorial asentado y comúnmente aceptado. Nos guste o no, esa es la realidad.

Desunión en lo político, desunión en lo territorial. Fuerzas centrífugas. Nos hace falta una fuerza integradora, unidora, centrípeta. Necesitamos un referente común, una institución que permanezca por encima de las diferencias y más allá de los cambios. Una institución que trabaje a largo plazo, con planteamientos claros, sin tener que defender intereses electorales o parciales. Para colmo, esa institución no se improvisa en unos años, ni en una generación. Necesita el sedimento de los siglos. Esa institución es la Corona. Si en otros países han sabido cristalizar un sólido sentimiento nacional, una amplia comunión de valores e intereses comunes, en España ese sentimiento va indisolublemente unido a la figura del Rey. La Corona fue en los delicados momentos de la transición y lo va a ser en los años que vienen, no menos complicado.

Hoy no tiene sentido defender la monarquía con argumentos dogmáticos que plantean el debate en unos términos anacrónicos  (privilegios innatos, derecho divino, la voz del pueblo, etc.), pero sí por razones pragmáticas, de pura y sencilla utilidad.

 

7 comentarios:

Andrés Álvarez dijo...

Obviamente, como republicano de corte anglosajón estoy de acuerdo en que no importa la Corona más antigua o la República más democrática, sino el Gobierno limitado, la Legalidad y el Derecho del individuo. Por eso prefiero la Corona británica a la República francesa, o la República de los Estados Unidos americanos a la Casa de Borbón.

Por otra parte, no es totalmente cierto que Francia sea "[...] una república más presidencialista". Francia sigue un sistema semipresidencial, con una Magistratura coronada en una bicefalia compuesta por el Primer Ministro y el Presidente. El sistema presidencialista por excelencia es el americano, donde el Ejecutivo es único a nivel federal, con un Presidente, y también a nivel estatal y municipal.

Una última cosa, ¿La expresión monarquía europea se refiere a la posibilidad de una eventual Corona paneuropea?

Asociación Monárquica Europea dijo...

Cierto, la república francesa es semipresidencialista, ya que el primer ministro es elegido por el parlamento según las mayorías existentes, y si éstas no son del partido del presidente, hay problemas (como pasó con Mitterand y Chirac).
Quizás se deba a que de Gaulle ideó la república con una estructura de monarquía parlamentaria, sólo que no se atrevió a dar el paso hacia la restauración.

Monarquía Europea se refiere a la concepción moderna -europea- de la monarquía, no a la idea de una única monarquía paneuropea, que no sólo sería algo utó`pico, sino no tendría ninguna legitimidad histórica ni contaría con la adhesión de los pueblos.
En teoría -y sólo en teoría abstracta- el Imperio Alemán de Carlos V fue algo así como una monarquía paneuropea, por su extensión. Se podría concebir como una monarquía federal. Pero no es esa la idea de esta asociación ni el significado del término. Una monarquía europea es moderna, occidental, parlamentaria, tal como son las diez monarquías actuales en Europa. Lo que queremos es que también los demás países europeos vuelvan a tener su monarquía.

Andrés Álvarez dijo...

En una cosa estamos de acuerdo, si la República ha de contar con la legitimidad del sufragio popular la Corona está necesitada de la tradición histórica. Por eso mismo veo con total escepticismo la actual Monarquía española, la Corona que los Borbones usurparon al legítimo Carlos III de España, de la Casa de Austria, ya fue en el origen ilegítima, y aún depositando en el tiempo la confianza popular necesaria para una legitimación de los Borbones, ha sido la fuerza de los hechos la que me ha hecho ver que con Felipe V murió no sólo la Corona española si no también todos los reinos que la componían. Por eso soy republicano, la Corona sólo tiene sentido para un liberal si goza de una confianza popular a través de una larga prescripción temporal. Y es por eso que los únicos casos de Coronas que han logrado ganarse la adhesión de sus respectivos reinos son aquellas que han logrado defender las libertades, la legalidad y la seguridad de los mismos. Teniendo en cuenta ésto, para mí la única razón de ser monárquico en España es ser austracista, cosa en los tiempos que corren inviable.

En fin, creo que cada uno tendrá sus razones para ser fiel a la Monarquía unitaria de los Borbones o a la República federal, pero me ha parecido interesante vuestra propuesta, en particular en lo que afecta a Coronas ya extintas como la Alemana, la Rusa, la Italiana o la Húngara.

Saludos.

Asociación Monárquica Europea dijo...

La legitimidad de la dinstaía de los Borbones se fundamenta en el lazo familiar entre los Borbones franceses y los Habsburgo españoles. La que tendría la línea austríaca tendría la misma legitimidad. Pero en aquellos tiempos estas cuestiones sucesorias se decidían por el poder de las potencias del momento, y así en Bulgaria, Rumanía y Grecia se impuso Prusia estableciendo dinastías alemanas o semialemanas tras la expulsión de los turcos.
Lo importante es que las dinastías hayan sabido representar a sus pueblos y ganarse su afecto, cosa que sin duda ocurrió.
La legitimidad de los Borbones españoles llega, por tanto, hasta los Reyes Católicos, pues existe ese nexo dinástico ininterrumpido, aunque con alguna curva.
Luego, a parte de la legitimidad histórica, está la clara ventaja de la Monarquía frente a la república, pues como institución es mucho más virtuosa por muchos aspectos que se exponen en nuestras páginas. Una nación no es más democrática por elegir a su jefe de estado. Los poderes que mandan, al fin y al cabo, son otros que los elegidos. Te recomiendo leer sobre el Club Bilderberg, al saber quienes mueven el poder en el mundo todo se relativiza. Ante esa situación, prefiero tener un Rey, con todos los defectos que pueda tener el sistema monárquico para algunos.
Poco cambiaría el tener un Habsburgo que tener un Borbón. Es la institución lo que cuenta.

Andrés Álvarez dijo...

Bueno, no creo que los distintos reinos españoles pensaran lo mismo cuando los Borbones sometieron sus libertades y prerrogativas a las potestades de la Corona. Lo que sí es cierto es que ya con los Austrias se percibió ese intento de centralismo o "nacionalismo". La insurrección de las Comunidades castellanas y las Germanías valencianas contra la política centralista de Carlos I o las insurreciones portuguesa, catalana y andaluzas en 1640 contra el Decreto unificador del Conde-Duque de Olivares son meros ejemplos de como el centralismo de la Corona derivó en un rechazo por parte de los diferentes reinos. Por eso prefiero un Austria a un Borbón, y un rey de la Casa de Nassau o de la Casa de Windsor (ex Sajonia-Coburgo-Gotha) a un Austria. Lo que sí es innegable es que la Monarquía de los Austrias era más acorde con la realidad española y mucho más respetuosa con los reinos que integraban (e integran aún hoy) la Corona (considerándola como representación de la Nación). De hecho quizá con los Austrias la evolución de España hubiese sido parecida a la de Gran Bretaña. Es una suposición que me asalta, obviamente.

Sobre la preferencia República-Monarquía, me reitero en lo expuesto en mi primer comentario, y añado que no importa la legitimidad histórica o el "sanguinis vínculum", la elegibilidad de la Magistratura o el principio meritocrático, si no que las representaciones de la Nación constituída en un Estado que son la República y la Corona sean acordes con los fines que persigue por naturaleza toda nación, a saber, promover y ampliar al máximo el catálogo de libertades, establecer la legalidad como criterio informador y rector del Gobierno y de la Sociedad Civil, y finalmente, garantizar la defensa, la seguridad y la autoconservación de la Nación y de todos sus ciudadanos.

Saludos.

Asociación Monárquica Europea dijo...

La Casa de Windsor es Hannover, no Sajonia-Coburgo-Gotha.

Andrés Álvarez F. dijo...

Mmmm, no. Victoria I de Hannover se casó en 1847 con el Alberto II de Sajonia-Coburgo-Gotha, y desde entonces la familia real británica lleva portando los títulos alemanes por obra de la unión dinástica-matrimonial. En 1917, Jorge V decidió renegar de aquellos justos títulos que eran de origen alemán para así eliminar cualquier nexo de unión con las casas reales alemanas. De este modo la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha pasó a denominarse como Casa de Windsor, en referencia al Palacio en que mora la familia real.