por José Antonio Marcos Lecuona (+ 1993)
La Castilla Vieja nació en lo que hoy es el Norte de Burgos, donde vivían varios pueblos con influencias celtas e íberas, opuestos a Roma y rebeldes al Imperio germano-visigótico, que rechazaban necesariamente a los musulmanes.
Son los llamados Foramontaneos: Cántabros y vascongados quienes inician la Reconquista por esta zona, seguramente a través del Puerto de los Tornos, a finales del siglo VIII, dejando sus huellas en la fundación de monasterios como él de Taranco, que redacta su escritura fundacional el 15 de septiembre de 800 y en la que se puede leer por vez primera la palabra Castilla, cuya efeméride había sido brillantemente celebrada en dicho solar en septiembre de 1991.
Esta realidad histórica permitió decir a Miguel de Unamuno que los vascongados eran el "alcaloide del castellano" o su "quintaesencia", y más tarde Sánchez Albornoz escribió: "En la colonización de la Castilla Vieja, desde finales del siglo VIII lucharon hombro a hombro los cántabros junto a vizcaínos, alaveses y guipuzcoanos contra las huestes musulmanas."
La participación de los cántabros-vascongados en el desarrollo histórico burgalés se aprecia también en la semejanza que muestran las instituciones sociales, económicas y poilíticas de éstos y aquéllos. De esta forma, la antigua estructura social de los vascongados fue la instaurada en la primitiva Castilla Vieja.
Los burgaleses y los vascongados actuaron generalmente unidos o aliados desde la aparición en la Historia del Condado independiente de Castilla y Álava, si bien la unión formal de guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos a la Corona ocurrió mucho más tarde. Unión de tipo federal, mediante el vínculo personal del Monarca, pacífica y libremente aceptada, por la cual las repúblicas vascongadas se incorporaban a la Corona con la condición fundamental de que se respetaran sus fueros: verdadero parto de la Monarquía federativa, que todo Rey de Castilla tenía que confirmar con el juramento foral.
Guipúzcoa era una república o benetría cuyos señores estaban aliados con los reyes de Navarra. En el año 1200 los guipuzcoanos, disgustados con el Rey navarro, ofrecieron al Rey Alfonso VIII el Señorío de su estado, que el Rey castellano aceptó, quedando así para siempre unida esta provincia a la Corona de Castilla, que ofreció más garantías a los guipuzcvoanos que ningún otro aliado para la preservación de sus libertades.
Álava surge unida o aliada a Castilla, pero con personalidad propia, desde el principio de la historia castellana. Deseando tener un señor fijo, los alaveses pactaron definitivamente el reconocimiento del señorío del Rey, que por su parte se comprometía a guardar los fueros y las libertades del país (Convenio de Arrigad de 1332). De esta manera, la provincia citada, behetría libre de mar a mar, se convirtió en Señorío foral vinculado a la Corona de Castilla.
Desde los comienzos de la Reconquista, Vizcaya aparece gobernada por Señores en relación con Castilla o Navarra. En 1379 el Señorío de Vizcaya, que llegó a serlo de linaje, fue a parar por herencia a los Reyes de Castilla, que desde entonces llevan dicho título.
En la historia política de España pocas decisiones colectivas se han dado de tanta sustantividad como las uniones pacíficas y libremente acordadas de los vascongados a Castilla Vieja.
La federación vascongada-castellana permitió vivir muy a gusto, cordial, legal y nacionalmente durante siglos a nuestros pueblos y tomar parte de los primeros, como en cosa propia, en todos los hechos de la Corona de Castilla, de forma que puede afirmarse que los pueblos vascongados jamás tuvieron dificultades con la Vieja Castilla.
El romance llamado castellano no fue creación exclusiva de Castilla, sino también de los vascongados, toda vez que se dio u creció en estas tierras al mismo tiempo que en las montañas de Burgos, de forma que cuando se produjo la unión de las tres provincias en una sola Corona, hacía siglos que el castellano se hablaba en todas ellas -junto con el en algunas partes-, y era la lengua escrita de los documentos oficialesvascuence.
Esta participación de los vascongados en la formación del castellano ha sido señalada por los filologos, sobre todo en la fonética, donde más claramente se manifiesta el influjo popular y por ello carecen de toda razón algunos vascongados para repudiar el castellan, ya que hay muchas y muy entrañables para estimarlo, como cosa familiar, tanto porn su arraigo en el suelo patrio como por derecho de creación.
Publicado en Monarquía Europea Nº 3 - Año I - Enero-Marzo 1992