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Este año, han sido los nacionalistas catalanes los que más han atacado al orden constitucional del Reino de España. Su Estatuto de autonomía reformado hace cuatro años y aprobado por los catalanes en un referendo con la más baja participación electoral registrada hasta aquella fecha en Cataluña y, por tanto, con una legitimidad democrática más que discutible al contar sólo con el voto favorable del 36,51% de los catalanes con derecho a voto y siendo mayoría los que se abstuvieron de ir a votar, aún está pendiente de una decisión definitiva del Tribunal Constitucional sobre la constitucionalidad de algunas de sus disposiciones manifiestamente inconstitucionales.
No es de recibo que el alto tribunal no haya sido capaz de tomar una decisión objetiva sobre un asunto de tanta importancia, ya que los estatutos son la norma fundamental inmediatamente inferior a la Constitución.
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Igualmente preocupante es que el gobierno de la nación no hace otra cosa que dejar pasar todo lo que se permite el tripartito catalán. Es manifiesta la intención del gobierno de Zapatero de apoyar cualquier movimiento que debilite la unidad nacional y el orden constitucional. Que se consienta al gobierno autonómico catalán cualquier exceso legal y que se mantenga a una presidente del Tribunal Constitucional sólo con tal de seguir controlando la mayoría de dicho órgano de decisión es una parte de la actitud irresponsable del gobierno. Otra que se ha sumado estos días a muchas otras actuaciones legislativas de los socialistas es que se intente restringir cada vez más las libertades individuales alegando intereses supremos como los derechos de autor. Perseguir el uso fraudulento de propiedad intelectual ajena no puede justificar en ningún caso la intervención restrictiva o censora en los medios de comunicación como son los sitios de Internet o los blogs, menos aún saltándose la mínima garantía legal que son los tribunales que deben dictar cualquier decisión de cierre o embargo de cuentas en Internet.
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En este trigésimo primer aniversario de la Constitución Española de 1978 el panorama es bastante desolador. Pocas son ya las actividades de los partidos y de las instituciones para festejar los logros que supuso la Carta Magna en 1978, porque definió sobre todo los derechos fundamentales de un pueblo que quería vivir en libertad y con garantías democráticas.
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En días recientes, Su Majestad el Rey advirtió que el "respeto" a la Carta Magna y a las instituciones que de ella emanan, como el Tribunal Constitucional, es imprescindible para superar las "dificultades" que se pongan por delante. En plena polémica en torno a la sentencia que el tribunal debe dictar sobre el Estatuto catalán, Don Juan Carlos subrayó que su norte sigue siendo "integrar y encauzar" esfuerzos para que España progrese como "gran nación democrática, unida, moderna, diversa y solidaria".
Sería deseable que el próximo aniversario suponga una reconducción de la situación actual y que se pueda celebrar el aniversario de la Constitución sin interrogantes ni mal sabor de boca. La Constitución de 1978 ofrece muchas oportunidades nunca aprovechadas. Intentemos hacer un uso responsable de ellas en lugar de destruirla con demagogia populista, nacionalista y pseudoprogre.
¡Viva la Constitución!
¡Viva España!
¡Viva el Rey!
¡Viva España!
¡Viva el Rey!
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