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miércoles, 23 de febrero de 2011

La vacuna del 23-F

S.M. el Rey llama al orden a los militares en la noche del 23-F

Lo más estimulante que se puede decir del 23-F es que es difícil que la historia se repita. Con la perspectiva de los años, aquel atraco de opereta ha quedado como una farsa aislada, que remedaba los pronunciamientos de los espadones isabelinos. El hambre de normalidad democrática de los españoles metabolizó aquel brote anacrónico y hoy lo estudiamos como una curiosidad arqueológica. La intentona de Tejero y Miláns duró apenas unas horas –desde las 6.30 de la tarde del 23 al mediodía del 24–, pero ha dado origen a numerosas conjeturas y enigmas. El más importante es lo que podríamos calificar de la X del golpe. Son sobradamente conocidos el clima previo –el recelo de parte de la cúpula militar ante el diseño autonómico– y el detonante –la crisis económica, el zarpazo del terrorismo, la debilidad del Gobierno de Suárez–. Se daba por hecho, incluso en ambientes políticos, que la solución pasaba por un Gobierno de concentración presidido por un militar. Pero, a la hora de esclarecer quién fue el cerebro, se multiplican las preguntas. Nos referimos, claro está, a la verdad real, no a la verdad judicial que se sustanció con un proceso que deja regusto a impunidad.

Conjeturas que alimentan las manifestaciones del ex general Alfonso Armada, uno de los supuestos elefantes blancos, el espadón que iba a encabezar el Gobierno de concentración, como un De Gaulle de pacotilla. Ayer mismo volvió a su recurrente discurso intoxicador al insinuar que el Rey estaba al corriente. Su palabra frente al cúmulo de evidencias de que el ex tutor del Monarca utilizó su nombre; su palabra frente a testimonios contundentes y coincidentes; su palabra frente a Francisco Laína, que se hizo cargo del Gobierno provisional, y que, como ha contado a LA GACETA : “El Rey fue el primero que me advirtió de que Armada estaba en esto hasta las cejas”. El propio ex general incurre en contradicciones. Durante años ha dicho que no se arrepentía de nada y, sin embargo, en 1984 habló de “un gran error, peor que un crimen” en una carta que ha publicado LA GACETA.

Treinta años después, cabe extraer tres consecuencias paradójicamente positivas. El 23-F sirvió, en primer lugar, para cribar de reliquias involucionistas a las Fuerzas Armadas, en una suerte de vacuna que las modernizo y fijó definitivamente el papel que les reserva la Constitución. En segundo lugar, supuso el espaldarazo para la Monarquía, ya que el papel jugado por Don Juan Carlos para imponer su autoridad de jefe supremo de las Fuerzas Armadas fue decisivo para hacer abortar la intentona golpista y le dio un plus de autoridad moral y prestigio internacional. Finalmente, el 23-F contribuyó a hacer expedito el paso por la izquierda que precisaba la recién nacida democracia. Sólo año y medio después se hacía efectiva la alternancia, con la llegada del Partido Socialista al Gobierno, que cosechó el récord histórico de 10 millones de votos. Otra cosa es que los socialistas malbarataran lamentablemente la oportunidad. Si bien modernizaron España con el ingreso en la OTAN y en la Unión Europea, traicionaron los principios democráticos con la corrupción y el crimen de Estado. El zapaterismo ha sido el patético estrambote del fraude felipista, y ha llegado a amenazar el legado de concordia conseguido en la Transición. Y esto ya no es una curiosidad arqueológica.



Se cumplen 30 años del golpe de Estado en España: el 23-F

"¡Quieto todo el mundo!" gritó el coronel Tejero en el Congreso antes de disparar. Aquella intentona de dinamitar la democracia dejó enganchado a la radio a un país entero          




Fue la noche de los transistores. España entera enganchada a la radio para seguir lo que acontecía en el Congreso. El 23 de febrero de 1981 un grupo de miembros de la Guardia Civilcon Tejero al mando, entraban en el hemiciclo pistola en mano mientras se votaba la investidura de Calvo-Sotelo. Empezaba, con dos años de retraso, la Operación Galaxia.

Al grito de "¡Todo el mundo al suelo!" el teniente Coronel amedrentó a todos los que se encontraban en el Congreso... a todos menos a dos. El general Guitérrez Mellado y el presidente saliente Adolfo Suárez se enfrentaron valientemente a los ocupantes. Eran las 18.25 horas, la tarde prometía ser muy larga... Y es que mientras el Congreso permanecía sitiado el Capitán Milans del Bosch sacaba los tanques a las calles de Valencia. Pero de nada serviría. Ya de madrugada, el Rey don Juan Carlos aparecía en la televisión para hacer pública su negativa al golpe militar. Punto final. Sus palabras, y también las del president de la Generalitat, Jordi Pujol, pidiendo "serenidad" tranquilizaban a una población que había seguido con mucha incertidumbre y miedo los sucesos acaecidos en el hemiciclo. También Europa respiró tranquila tras la intervención del monarca.


Testigos de excepción

Pero si los españoles supimos qué sucedió en el Congreso aquel ya mítico 23-F fue en gran parte gracias a la grabación de un cámara de TVE que filmó los primeros momentos del suceso. También los dos periodistas que retransmitían para la cadena SER la sesión de investidura se convirtieron en testigos para la historia y dos fotógrafos de la agencia EFE tiraron fotografías "sin cesar" de un acontecimiento que siguieron a través del visor de su cámara.


Las imágenes de los momentos inmediatamente después de darse por finalizado el golpe tampoco tuvieron desperdicio: guardias civiles saliendo por las ventanas del Congreso, Tejero entre el tumulto, los diputados abandonado el hemiciclo, etc. Y tras la ocupación, el aspecto en el que había quedado el Congreso era desolador: impactos de bala, despachos forzados...

La cabeza visible del intento de golpe de Estado, Tejero, fue detenido en una de las dependencias de la Benemérita minutos después de haberse entregado a su superior, el general Aramburu. Más tarde, los padres del coronel confesaban: "Sólo pensamos en morirnos". 

Y poco a poco se iban conociendo más detalles de aquel 23-F: igual que había pasado en la calle, en el interior del Congreso un pequeño transistor había servido para informarse de lo que sucedía en el exterior. España pegada a la radio.


El Rey, al alza

Tras el suceso, todo el mundo coincidió en que la figura del Rey quedó reforzada. Los diputados elogiaronla actitud del monarca e incluso el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, felicitó a Su Majestad por teléfono. También Londres y París celebraron la firmeza de don Juan Carlos.



Tres hombres, tres destinos

Los hombres del bigote: Antonio Tejero, Milans del Bosch y Alfonso Armada fueron llevados inmediatamente a juicio y condendos a 30 años de prisión por el Tribunal Supremo. Armada consiguió el indulto debido a su edad en 1988. Tejero se benefició del tercer grado en 1993 y Jaime Milans del Bosch lo obtuvo en 1990 también por ser mayor. Siete años después, en 1997, murió sin arrepentirse del intento golpista.


Por cierto, Leopoldo Calvo-Sotelo fue investido dos días más tarde. Se convirtió en el 74 presidente de España. Triunfó la democracia.

· Consulte el especial 10 años del 23-F




S.M. el Rey, sobre el 23F: "Creo que se conoce todo"

MADRID, 23 (EUROPA PRESS)

El Rey se ha mostrado este miércoles convencido de que ya se conoce toda la verdad sobre la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, aunque ha reconocido que todavía hay quien hace lecturas inventadas de lo que ocurrió aquel día. "Creo que sí (se conoce todo lo sucedido), y si no, inventan por ahí", ha respondido el jefe del Estado al ser preguntado por los periodistas en el Congreso.

Homenaje a Adolfo Suárez en el museo sobre su persona en Cebreros

Don Juan Carlos ha hecho esta reflexión a su llegada a la Cámara Baja para asistir, junto con los presidentes del Gobierno y del Congreso, los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono, a un almuerzo con algunos de los líderes políticos de 1981 con motivo del trigésimo aniversario de la intentona golpista del 23-F. 

El monarca ha destacado que España y los españoles están "mucho mejor" que aquel día. "Esta noche he dormido muy bien, no aquella", ha comentado, antes de recalcar que está "satisfecho" con la evolución del país en estas tres décadas.

GONZÁLEZ, FRAGA, CARRILLO
A la cita promovida por Bono han acudido el entonces presidente del Congreso, Landelino Lavilla, de la extinta Unión de Centro Democrático (UCD); el jefe de la oposición de aquel momento, el expresidente Felipe González (PSOE); el que fuera secretario general del Partido Comunista (PCE), Santiago Carrillo, y los ponentes constitucionales Manuel Fraga Iribarne (entonces en Alianza Popular y hoy presidente fundador del PP y senador) y Miquel Roca (de CiU en su momento y hoy fuera de la política activa). 

También se ha sumado el andalucista Alejandro Rojas Marcos, que en 1981 era portavoz del Grupo Parlamentario Andalucista, y por el contrario a última hora ha comunicado su ausencia, por problemas de salud, el diputado que entonces lideraba al grupo del PNV, Marcos Vizcaya.

El presidente del Congreso indicó hace unos días que también había invitado a Adolfo Suárez Illana para que se sumara en representación de su padre, presidente del Gobierno en 1981 y artífice de la Transición, pero el que fuera candidato del PP a la Junta de Castilla-La Mancha frente a Bono declinó la invitación. 

Bono y Rodríguez Zapatero fueron los encargados de recibir a Don Juan Carlos en el patio de Floridablanca de las dependencias parlamentarias. Después el Rey fue saludando con un abrazo a los protagonistas de 1981 para luego posar todos juntos en una foto de familia. 

FRACASARON Y ESO ES LO IMPORTANTE
A su llegada, Roca comentó que lo importante de este aniversario es que los que intentaron el golpe de 1981 fracasaron mientras que la sociedad española sigue viviendo en democracia: "Aquí estamos y ahí siguen", resumió.

"Salió todo bien, la gente no falló", añadió después el senador Manuel Fraga, quien aseguró no haber temido por su vida aquella tarde noche de 1981. "Les dije (a los guardias) que no pensaba moverme de donde estaba, pero no pasó absolutamente nada", comentó. 

Felipe González, por su parte, se mostró convencido de que aún queda mucho por conocer de aquel episodio "terrible", pero destacó que, por encima de especulaciones, "una cosa era clave: El fiel de la balanza lo inclinaba el jefe del Estado y se inclinó para la parte buena". 

Carrillo dijo tener muchos recuerdos de aquella jornada, "y muy dolorosos" porque pudo terminar la democracia "de muy mala manera". Aun cuando hubiera sido mejor que no se hubiera producido la intentona golpista, cree que por lo menos se puede decir que hoy España sigue en un régimen democrático.

VACUNA CONTRA LOS SALVAPATRIAS
Aquel día fue un "punto de inflexión" y una "vacuna" para la democracia, según apuntó el presidente del Congreso. "Desde entonces se acabaron los salvapatrias", declaró Bono a los periodistas. 

Por la tarde, después del almuerzo, el Congreso de los Diputados acogerá también un acto de reencuentro de los diputados de la Primera Legislatura, que fueron testigos directos en el Hemiciclo del intento frustrado de golpe de Estado, y que tendrán ocasión de rememorar aquél momento y celebrar el fortalecimiento de la democracia, tres décadas después de aquel 23 de febrero.

Fuente: Siglo XXI


S.M. el Rey en el 30º aniversario del 23-F: rey bono zp 23f,jpg«Nos hemos divertido mucho recordando»

Una foto de familia en las escalinatas de la Puerta de los Leones del Congreso de los Diputados puso fin al almuerzo que el Rey compartió este miércoles con los presidentes del Gobierno y de la Cámara Baja, los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero y José Bono, y con algunos de los líderes políticos de 1981 con motivo del trigésimo aniversario de la intentona golpista del 23-F.



Así lo ha revelado el Monarca a los periodistas a la salida este almuerzo, promovido por Bono, en el que el Jefe del Estado ha reconocido haberse divertido "mucho" recordando y conversando "de España, del futuro y del pasado". "De todo", ha resumido. 

A la cita han acudido el entonces presidente del Congreso, Landelino Lavilla, de la extinta Unión de Centro Democrático (UCD); el jefe de la oposición de aquel momento, el expresidente Felipe González (PSOE); el que fuera secretario general del Partido Comunista (PCE), Santiago Carrillo, y los ponentes constitucionales Manuel Fraga Iribarne (entonces en Alianza Popular y hoy presidente fundador del PP y senador) y Miquel Roca (de CiU en su momento y hoy fuera de la política activa). 

También se ha sumado el andalucista Alejandro Rojas Marcos, que en 1981 era portavoz del Grupo Parlamentario Andalucista, y por el contrario a última hora ha comunicado su ausencia, por problemas de salud, el diputado que entonces lideraba al grupo del PNV, Marcos Vizcaya. 

El almuerzo ha consistido en una ensalada de verduras con perdiz escabechada, lomo de lubina al horno, fruta preparada con zumo de naranja y sorbete de albaricoque. A su salida, todos los asistentes portaban las actas oficiales del Congreso de aquel 23-F que el propio Bono les había regalado, como ya hizo hace dos años con los periodistas que vivieron aquella noche en el hemiciclo. 

Tras este encuentro, que se ha prolongado durante más de dos horas, todos ellos se han dirigido a las escalinatas del Congreso de los Diputados, a las que han accedido por la Puerta de los Leones, que ha abierto sus puertas para la ocasión. 

Para la foto, el Rey ha pedido que pusieran delante de él a Fraga, que se desplaza en silla de ruedas, y tras la misma Don Juan Carlos se ha ido despidiendo uno a uno de todos ellos, mostrándose especialmente cariñoso con el propio presidente fundador del PP y con Carrillo, a los que abrazó efusivamente. 

Minutos más tarde, Bono y Zapatero han acompañado al Rey hasta el coche oficial mientras que el resto de invitados se ha dirigido al interior del Palacio del Congreso para asistir al acto de reencuentro de los diputados de la Primera Legislatura, que fueron testigos directos en el Hemiciclo del intento frustrado de golpe de Estado, y que tendrán ocasión de rememorar aquel momento y celebrar el fortalecimiento de la democracia, tres décadas después de aquel 23 de febrero.   

Fuente: La Razón


La Corona y el Ejército, los más valorados treinta años después


Don Juan Carlos a Milans del Bosch: «Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España». El Congreso hace público el télex que el Rey envió al general sublevado la noche del golpe


MADRID- Treinta años ha habido que esperar para conocer el contenido de algunos documentos secretos sobre el 23-F  guardados en la caja fuerte del Congreso de los Diputados. Si el domingo LA RAZÓN desveló la entraña del acta redactada por los secretarios de la Mesa Víctor Manuel Carrascal Felgueroso, Leopoldo Torres, Soledad Becerril y José Bono sobre el relato de las 18 horas y 52 minutos más convulsas de la reciente historia de España, junto al inventario de desperfectos que los militares causaron en el Palacio y el listado de bebidas y comida que consumieron, ayer la Cámara Baja autorizaba la consulta de un nuevo documento hasta ahora inédito. Hablamos del télex que el Rey envió la madrugada del 24 de febrero al capitán general Milans del Posch en el que le advertía de las consecuencias de aquella sublevación que a punto estuvo de acabar con nuestra entonces incipiente democracia. «Quien se subleve estará dispuesto a provocar una nueva guerra civil y será reponsable de ello», alertó Don Juan Carlos.


La literalidad completa de aquel télex figura en la transcripción taquigráfica de la comparecencia secreta celebrada ante el pleno del Congreso el 17 de marzo de 1981 por parte del entonces ministro de Defensa, Alberto Oliart, para informar de la intentona golpista. Se da la circunstancia de que aquel Oliart, hoy presidente de la Corporación RTVE, comparecía ayer en el Parlamento para dar cuenta de su gestión en la televisión pública mientras el  acta taquigráfica se hacía pública. El entonces ministro de Defensa hizo ante el pleno una reseña de varios momentos clave que explicaban los motivos por los que fracasó el golpe,y que él atribuyó en buena parte a las intervenciones «decisivas» del Rey, a su «rapidez de reflejos» y a su «firmeza para mantener el orden constitucional».

El télex fue enviado a las dos y media de la madrugada y constaba de de cinco puntos. El más contundente, en el que Don Juan Carlos exhorta a Milans: «Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España. Quien se subleve estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello». En la misma comunicación, que se produjo minutos después del mensaje de Don Juan Carlos en televisión, el Monarca ratificó su «rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente», y añadió: «Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás». El legajo  incluye la ya conocida frase de que «cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey». Y añade de forma solemne: «Hoy más que nunca estoy dispuesto a cumplir el juramento a la bandera». Así las cosas, Don Juan Carlos ordena primero al general sublevado retirar las tropas y anular el manifiesto con el que impuso el toque de queda en Valencia y le señala, después, que aunque no duda del «amor a España de mis generales» le conmina «por España primero y por la Corona después» a obedecerle. Aún le daría una orden más concreta:  «Te ordeno que digas a Tejero que deponga su actitud».



Indicios de una conspiración
Alberto Oliart expuso a los mismos diputados que veinte días antes habían sido secuestrados por Tejero y 200 guardias civiles que los servicios de información no habían podido anticipar la intentona porque sus autores «antepusieron la seguridad a la eficacia». Pero admite que desde algún tiempo el Gobierno disponía de «indicios» de una «conspiración», aunque no de datos concretos para vaticinar que iba a ocurrir de aquella manera. Precisamente, estas afirmaciones son las que más preguntas de los diputados suscitaron en el turno posterior a su discurso, también recogidos en el acta. De este modo Oliart les apuntó, por ejemplo, que Tejero –que previamente había sido condenado por su implicación en la «operación Galaxia»– no estaba sometido a vigilancia porque no tenía fuerza a su cargo. Y también negó disponer de datos fiables sobre dos asuntos: la posible relación de los golpistas con el entonces presidente de EE UU, Ronald Reagan «o su equipo» y qué políticos y partidos iban a formar el Gobierno que el general Alfonso Armada propuso a Tejero constituir para solucionar la crisis.

Oliart consideró en aquella comparecencia que los golpistas «partieron de la convicción gratuita» de que tras el asalto al Congreso  «se produciría una reacción en cadena» en las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad del Estado. Y remarcó que no contaron con la «enérgica e inequívoca actitud del Rey, que destruyó el efecto causado en un primer momento por la utilización del nombre de Su Majestad de forma dolosa». En este sentido, dije que el teniente general Milans del Bosch anunció a otros mandos un «acto de fuerza» del que «tiene constancia el Rey».



Una Junta Militar presidida por Milans
Dentro del relato de Oliart ante el pleno aparece como un momento clave cuando Armada acude al Congreso para negociar con Tejero y le propone un Gobierno presidido por él y formado por representantes de los partidos. Tejero se opone y  aboga por una Junta Militar presidida por Milans del Bosch, quien sin embargo le comunica por teléfono que «no quiere ser protagonista de nada» y le dice a Tejero que obedezca a Armada. Alberto Oliart sitúa el fracaso del golpe a las 01:23 de la madrugada del día 24, justo después del mensaje televisado del Rey.

Fuente: La Razón


S.M. el Rey: «Estamos mucho mejor que hace 30 años»


El Rey Don Juan Carlos ha asegurado hoy, durante el almuerzo que ha mantenido con los líderes políticos más destacados de 1981, que cuando recuerda el 23-F piensa que ahora en España "estamos mucho mejor" que hace treinta años, cuando se produjo la intentona golpista, y ha bromeado al afirmar que esta noche pasada, a diferencia de aquella larga madrugada, ha dormido "muy bien".

Don Juan Carlos, a su llegada al Congreso, ha dicho que se sentía muy satisfecho con la evolución de España en estas tres décadas. A preguntas de los periodistas, flanqueado por el presidente del Gobierno y el presidente del Congreso, ha asegurado creer que ya se conoce toda la verdad sobre la trama golpista "si no la inventan por ahí", ha precisado. Al término de la comida, el Monarca ha asegurado que durante el encuentro se han "divertido mucho" intercambiando sus recuerdos del pasado, hablando "de España" y también del futuro.
Del mismo modo, el monarca ha sido cuestionado por cómo se presenta el futuro, y Don Juan Carlosha dicho que "muy bien", pero cuando una periodista le ha planteado "¿para otros treinta años?" ha contestado con buen humor, muy sonriente: "Yo ya no lo veré, seguramente".

Los comensales han degustado ensalada de verduras con perdiz escabechada, lomo de lubina al horno, fruta preparada con zumo de naranja y sorbete de albaricoque, un menú que al Rey le ha parecido "muy bueno".

Al almuerzo en el Congreso han asistido, junto al Rey, el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el presidente del Congreso, José Bono; el presidente de la Cámara Baja durante la intentona de golpe, Landelino Lavilla; y el ex presidente Felipe González. También han estado presentes los ponentes constitucionales Manuel Fraga Iribarne y Miquel Roca; el entonces secretario general del Partido Comunista, Santiago Carrillo; y Alejandro Rojas Marcos, en aquel momento, portavoz del Partido Andalucista en el Congreso.

Tras el almuerzo, los políticos se han dirigido a los escaños del Congreso, donde el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, han compartido flashes en los lugares reservados a los miembros del Ejecutivo mientras recordaban el intento de golpe de Estado de hace exactamente treinta años. 

Ambos estaban sentados en la franja central de la bancada azul, separados por el escaño que había dejado libre el presidente de la Cámara, José Bono, para pronunciar su discurso desde la tribuna, en el que exhortó a los actuales parlamentarios a "llevarse lo mejor posible". El hemiciclo estaba repleto de diputados, y de quienes lo eran en aquella primera legislatura, en el momento en el que se celebraba la sesión de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo.

Bono evoca la solidaridad parlamentaria

Ante ellos, Bono evocó el afecto y la solidaridad que presidió las relaciones entre los diputados durante las horas que duró el intento de golpe de Estado, después de las cuales los ataques inmisericordes y despiadados no cabían entre ellos, y pidió que no transcurran otros treinta años antes de aplicar la benéfica lección de llevarse lo mejor posible. Además de Rodríguez Zapatero y Rajoy, en los bancos del Gobierno estaban los ponentes constitucionales Miquel Roca y Manuel Fraga, y los portavoces de aquel momento, entre ellos Santiago Carrillo, sentado junto al actual presidente fundador del PP. Ocupaban también la primera fila de escaños los miembros de la Mesa del Congreso y el secretario general de la Cámara, y como entonces, público, periodistas y trabajadores del Congreso en las tribunas y en los accesos.

Bono ha querido hacer hoy justicia con el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez y ha rememorado las críticas "inmisericordes, absolutamente horribles" que recibió antes del 23-F de sus adversarios, entre los que se ha incluido, de la prensa y de sus amigos. Bono ha advertido que había medido sus palabras mientras preparaba el texto, ha definido la figura de Adolfo Suárez, "tan criticada", como "la principal" de aquella época.
Ha sonado entonces la primera ovación desde los escaños, una reacción que, en opinión del presidente del Congreso, le habría encantado a Suárez: "Ojalá se le pudiera hacer llegar el cerrado aplauso de los militares, del jefe del Estado mayor de la Defensa", ha dicho mirando hacia la tribuna de invitados, donde se sentaban hoy los uniformados.

«Suárez merece el mejor de los aplausos»

En opinión de Bono, "la entereza y el aplomo" de Suárez en las horas decisivas del 23-F le otorgaron para siempre el respeto de todos los españoles. "Pocas personas han llegado a conectar en la historia de España con tanta adhesión social como la que hoy tiene Adolfo Suárez; y pocas personas podrán exhibir el cambio que se ha producido desde esta situación actual a aquellas críticas inmisericordes, absolutamente horribles que recibió de nosotros, sus adversarios, de la prensa, y de ustedes, sus amigos", ha dicho mirando hacia la bancada donde en 1981 se sentaba la UCD y hoy el PP.













Bono ha considerado que era de justicia rendir este homenaje al expresidente y poner en valor a una persona que "no puede defenderse, que no puede hablar. Hoy, ha dicho, Suarez merecía "el mejor de los aplausos de la tarde. Y lo ha recibido".

En varias ocasiones, mientras escuchaban las anécdotas recordadas por Bono, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición intercambiaron comentarios salvando el escaño que les separaba. Concluida la intervención de Bono, todos atravesaron el salón de pasos perdidos para salir por la Puerta de los Leones a la escalera principal de la Carrera de San Jerónimo para colocarse en una imagen para la posteridad. En esa imagen, de nuevo en el centro, José Bono flanqueado por José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y a ambos lados y por detrás, los demás protagonistas del 23 de febrero de 1981. 

Fuente: ABC


viernes, 27 de noviembre de 2009

Trigésimo cuarto aniversario de la Coronación

En el trigésimo cuarto aniversario de la consagración de la Corona, celebrada cinco días después de la Proclamción de Don Juan Carlos de Borbón como Rey de España tras el fallecimiento del dictador General Franco, parece oportuno hacer unas breves consideraciones sobre lo que significa hoy en día este rito religioso.

A lo largo de estos treinta y cuatro años, la religión católica ha sufrido un serio deterioro, igual que muchos de los valores tradicionales de la sociedad española.


Hasta ahora, todas las Monarquías europeas -a excepción de la albana- estaban estrechamente unidas a la fe cristiana, las del centro-sur y del sur de Europa a la Iglesia Católica, las del centro-norte y norte de Europa a la Iglesia Luterana o la Iglesia Anglicana, y las del este y sureste de Europa a la Iglesia Ortodoxa. Pero todas ellas tienen en común su pertenencia a la fe cristiana, y como en el caso de Gran Bretaña la Corona es igualmente cabeza de la iglesia.


Se trata de una tradición heredada de la temprana Edad Media, en realidad de los últimos tiempos del Imperio Romano ya cristianizado. Simbólicamente, aún hoy los Monarcas están sometidos -voluntariamente- a sus respectivas iglesias, lo que justifica las ceremonias de Coronación o Consagración de la Corona por el sumo sacerdote de cada país durante una misa especial celebrada a tal fin.


Aunque hoy en día nos pueda parecer anacrónico un acto solemne heredado de tiempos de la supremacía de la Iglesia Católica sobre el poder terrenal de los gobiernos absolutistas presididos por los Reyes, por medio del cual la Iglesia "legalizaba" el poder real y le infundía la gracia del espíritu santo (la Corona suele simbolizar esta unión entre el Rey y Dios al abrirse hacia el cielo para recibir al espíritu santo), conviene realzar los valores tradicionales de la Monarquía con profundas raíces cristianas. En nuestro caso, en España se sustituyó la Coronación por la Consagración de la Corona al quedar suprimido el acto de la Coronación física en tiempos de Carlos III, lo que hizo al Rey más terrenal y menos sometido a la Iglesia.

Sin embargo, la misma Monarquía parece creer cada vez menos en los valores que representa. Frecuentemente se nos recalca en los medios la "normalidad" de la vida de los integrantes de la Familia Real y su "igualdad" de su condición con el resto de los ciudadanos. Esa idea igualitaria en sí resulta cuanto menos irreal y absurda, pues no todos somos iguales ni podemos ser igualados. Se confunde la idea de la igualdad en derechos y oportunidades con el igualitarismo. No todos los trabajos pueden ser considerados iguales a efectos de productividad y salarios, y tampoco todos los ciudadanos pueden llegar a tener la misma situación social por su sola condición de ciudadanos. Somos iguales en derechos, pero no en privilegios ni en el estatus que podamos alcanzar en virtud del esfuerzo personal o de las circunstancias sociales, económicas o políticas.
Esa igualdad se da, en realidad, sólo en cuanto a la situación legal básica, pero incluso en lo que respecta a la aplicación de leyes, los altos cargos del estado están sometidos a muchas más disposiciones legales que el ciudadano corriente y gozan, por otra parte, de ciertas ventajas, incluso de inmunidad, aunque en este aspecto ya ha habido cambios en el pasado, pero aún así es necesaria la anulación de la inmunidad por el parlamento.

En este sentido, la máxima representación del estado, que en nuestro caso es la del Rey y la Familia Real, no es igual a todos los demás ciudadanos, ya que el Rey y su Real Familia son los primeros ciudadanos del país por su posición y su importancia.


Los Reyes representan, asimismo, el lazo con la historia del país en la que se funda su legitimidad dinástica (han sido pocas las Monarquías electivas y éstas han tenido una duración limitada). Sólo la trayectoria histórica de cada dinastía justifica el carácter hereditario de su acceso a la Corona y garantiza la adhesión del pueblo y su identificación con el Rey. La encarnación del estado en la figura del Rey y, por consiguiente, en la de la Familia Real es lo que hace visible y humano al estado representado en forma de símbolos, ceremonias y una serie de funciones que acompañan las actividades públicas de la Corona y que difícilmente puede alcanzar una república representativa como, por ejemplo, Alemania o Italia.

En este sentido, la Consagración de la Corona tras la Proclamación del Rey debe ser vista como un enaltecimiento de los altos valores de la Monarquía que siempre deberían seguir presentes en la vida política del país y que tan acertadamente recalcó Su Majestad el Rey en su discurso de la proclamación.


Discurso de la Proclamación de S.M. el Rey
Homilía de la coronación del Cardenal Tarancón

lunes, 16 de noviembre de 2009

Segundo aniversario del blog de Monarquía Europea

Este blog cumple hoy dos años de existencia.

En un principio s etrataba de recuperar todo el fondo editorial que la Asociación Monárquica Europea había acumulado durante los tres años de existencia de su revista con el mismo nombre y que se dejó de publicar en 1994 por falta de medios y los elevados costes que suponía editar y enviar una revista de poca tirada y pocas páginas.

El Internet nos ha brindado la oportunidad de hacer realidad la presencia de nuestra publicación en la red y permitir a lectores de todo el mundo leer nuestros artículos. De esta forma, la Asociación Monárquica Europea (AME) dispone nuevamente de un órgano oficial a la vez que adquiere la capacidad de seguir difundiendo la idea monárquica y sus valores entre un público amplio en tiempos en los que los detractores de la institución monárquica han adquirido más fuerza.

Tras la recuperación del fondo editorial de la revista, que en parte se ha publicado en un blog complementario, Papeles para la Acción Monárquica, en el que se publican sobre todo los artículos considerados más como documentación para la formación y la acción monárquicas, hemos intentado actualizar los contenidos con artículos tanto de información como de opinión sobre asuntos monárquicos.

Como esta es una labor honorífica y altruista, muchas veces falta el tiempo para mantener el blog al día. Esa es la principal razón por la que durante el presente año apenas se han publicado artículos nuevos. Invitamos a todos los monárquicos que nos envíen artículos sobre la Monarquía para su posible publicación en este blog. Queremos que sea no sólo el canal de comunicación de la AME, sino también un medio de difusión de artículos y opiniones sobre la Monarquía y la situación de la institución en todos los países del mundo que cuentan o contaban en el pasado con la Monarquía como forma de estado. Obviamente, sólo publicamos aquellos que enaltecen los valores de la Monarquía, y cuando se critique queremos que la crítica sea sólo referente a aspectos accesorios que no afectan a la esencia de la Monarquía.

Para 2010 prevemos iniciar, por fin, la nueva andadura de la Asociación Monárquica Europea con actividades varias. Nuestro grupo en Facebook es una demostración de que existe mucha gente que tiene interés en que exista una asociación como la nuestra y que ofrezca actividades que promocionen la idea monárquica en estos tiempos difíciles. La correspondiente asamblea general s etenía que haber celebrado desde hace tiempo, pero confiamos en que nos vaya a ser posible antes de terminar el año y establecer así las bases para el funcionamiento futuro. Como una de las medidas, este blog va a contar en breve con un dominio propio.

Mientras tanto, agradecemos a todos nuestros lectores su interés y esperamos poder seguir contando con su fidelidad, así como poder llegar a nuevos lectores que hagan crecer esta gran familia de monárquicos para fortalecer la institución en las Monarquías actuales y contribuir a su recuperación en otros países que la perdieron sobre todo por imposición de potencias extranjeras y en contra de la voluntad popular.

¡Por los Reyes del Mundo! ¡Viva la Monarquía!


sábado, 6 de diciembre de 2008

Trigésimo aniversario de la Constitución Española

El aniversario de hoy es importante. La Constitución Española de 1978 cumple tres décadas de vigencia.

Se trata de un aniversario que debería significar la llegada de la madurez, la consolidación definitiva de un sistema constitucional y de la mentalidad democrática del pueblo al que debe servir de código de conducta, de marco legal para un ordenamiento propio de un estado de derecho organizado como monarquía parlamentaria.

Pero la situación es muy diferente. El orden constitucional de 1978 sufre un desgaste galopante, no por la insuficiencia que podría peresentar el texto fundamental del Reino de España, sino por la falta de voluntad de los políticos de hacer de la Constitución un instrumento útil para la convicencia en lugar de ir desmontándola paulatinamente y poner en duda la vigencia de los derechos que pretende garantizar.

Se trata de una constitución para la que los diputados de la asamblea constituyente tomaron como base diversas constituciones democráticas europeas occidentales para que sirviera, al igual que los textos de referencia, como garante del sistema democrático constitucional.

De hecho, el texto constitucional no ha sido desarrollado plenamente, precisamente por la falta de voluntad de los políticos. Aún quedan competencias por transferir, no sólo del estado a las autonomías, sino en mucho mayor grado de las autonomías a los ayuntamientos. Pero se trata de no perder poder, no de servir a los ciudadanos.

La Constitución no ha sido reformado prácticamente nunca desde su promulgación. (hubo algún aspecto relativo a la Unión Europea). Sin embargo, hay aspectos reformables, como las competencias autonómcas o  la protección de determinados derechos como la educación en lengua española desde el preescolar hasta el bachillerato y la universidad o el acceso a la función pública en igualdad de condiciones en todo el territorio del Reino de España.

La Constitución de 1978 realmente es una constitución muy completa. Las disposiciones constitucionales son lo suficientemente amplias como para poder desarrollarla en plenitud y sin necesidad de reforma, ya que muchos temas de relevancia son susceptibles de ser definidos por leyes orgánicas.

Con la discusión se pretende, en realidad, provocar un cambio tan radical que haga necesario convocar una nueva asamblea constituyente, con lo que la izquierda quiere conseguir que se discuta incluso la forma del estado para acabar con la monarquía parlamentaria y eliminar esa institución de garantía democrática y control que es la Corona y acabar con esa odiada "indisolubilidad de la unidad de España" para satisfacer los anhelos irracionales de los separatistas catalanes, vascos y gallegos de hacer pedazos un país que disfruta de una unidad nacional desde hace más de 500 años.

En una ocasión, el presidente autonómico de Andalucía dijo que se debería poder reformar con más facilidad como es el caso de Alemania, pero con esa opinión sólo demuestra que primero no entiende nada de la situación alemana y en segundo lugar es poco democrático pretender cambiar la Constitución al antojo de las mayorías existentes. Alemania no tiene constitución, sino una Ley Fundamental, una pseudo-constitución, promulgada en 1949 tras la división efectiva de las zonas de ocupación occidentales y la zona soviética, por concesión graciosa de las tres potencias vencedoras occidentales EE.UU., Gran Bretaña y Francia, que habían decidido dividir Alemania en virtud de los Acuerdos de Yalta y en desprecio de la soberanía del pueblo alemán que entonces y hasta 1990 prácticamente no existía, una Ley Fundamental que establecía que tras la reunificación se debía elegir una asamblea constituyente para que sea el pueblio alemán quien votara una nueva Constitución, precepto incumplido al igual que la trampa de la reunificación (parcial) con Alemania central (la antigua RDA comunista) mediante una adhesión a la República Federal de Alemania.

Pero antes de reformar la Constitución, hay muchos otros problemas por resolver. Nuestros políticos harían mejor en no gastar sus energías en discusiones inútiles sobre reformas constitucionales y estatutarias o en hablar o no hablar con bandas terroristas sobre si se impone o no una independencia de una región que nunca ha sido un país independiente (discusiones que por otra parte son completamente contrarias a la Constitución que no permite la secesión territorial). Lo que desea el pueblo español es que pueda vivir en paz, en prosperidad y sin preocupaciones vitales como empleo, educación de calidad, estabilidad política y libertad en todos los ámbitos.

La antigüedad de una constitución no es sinónimo de haber sido superada por el tiempo. La constitución del Gran Ducado de Luxemburgo demuestra que las constituciones están pensadas para perdurar en el tiempo sin mayores reformas. Creo que en pocos países se discute tanto sobre la Constitución como en España, porque en pocos países se quiere acabar con la propia nación para sumirla en el caos. Desearía que nuestros gobernantes leyesen la Constitución y que se atuviesen a ella, porque así lo quiso el pueblo español en 1978. Pocas veces en estos 30 años he visto tanto infantilismo político como en la actualidad. Se polemiza sobre cuestiones que ni tienen que ver con los problemas actuales ni aportan nada a la convivencia y a la prosperidad del país. La Constitución de 1978 aún la hicieron hombres con cierta grandeza, con formación, con cultura y con valores, algo que queda reflejado en el discurso que pronunció Su Majestad el Rey el día de la promulgación. Los políticos actuales sólo muestran desprecio hacia la Constitución, expresión de su incultura, su falta de mentalidad democrática y su nulo interés por servir a la sociedad española y al progreso.

Para terminar adjunto el discurso de promulgación de Su Majestad el Rey. Las palabras del Rey lo dicen todo.

Discurso de promulgación
Pronunciado por S. M. el Rey Don Juan Carlos I, ante las Cortes, el 27 de Diciembre de 1978

Señoras y señores Diputados,Señoras y señores Senadores:

Como expresión de los momentos históricos que estamos viviendo, y cuando acabo de sancionar, como Rey de España, la Constitución aprobada por las Cortes y ratificada por el pueblo español, quiero que mis palabras, breves y sencillas, sean ante todo de agradecimiento hacia los miembros y grupos de estas Cámaras que han elaborado la norma fundamental por la que ha de regirse nuestra convivencia democrática.

Y para proyectar hacia el futuro este sentimiento de gratitud por la labor realizada, formulo mi más sincero deseo de que todas las fuerzas políticas vean cumplidas cuantas esperanzas han depositado en el texto constitucional, a la vez que confío en su buena volutad para aceptar y ejercer la responsabilidad que en su aplicación les corresponde.

Mi saludo, también, al Gobierno de la Nación, a la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo, a la Junta de Jefes de Estado Mayor, a las representaciones de los Altos Organismos e Instituciones del Estado, así como a las religiosas y del Cuerpo Diplomático que hoy se encuentran aquí.

En todos ellos quisiera significar el reconocimiento hacia las distintas Instituciones que, de una u otra forma, han contribuido a esta empresa colectiva que ahora culmina, y concretar el mensaje de paz y solidaridad de los españoles hacia las demás naciones de la Tierra.

Y gracias, por fin al pueblo español, verdadero artífice de la realidad patria, representado por las distintas fuerzas parlamentarias, y que ha manifestado en el referéndum su voluntad de apoyo a una Constitución que a todos debe regirnos y todos debemos acatar.

Con ella se recoge la aspiración de la Corona, de que la voluntad de nuestro pueblo quedara rotundamente expresada. Y, en consecuencia, al ser una Constitución de todos y para todos, es también la Constitución del Rey de todos los españoles.

Si ya en el mismo instante de ser proclamado como Rey señalé mi propósito de considerarme el primero de los españoles a la hora de lograr un futuro basado en una efectiva concordia nacional, hoy no puedo dejar de hacer patente mi satisfacción al comprobar como todos han sabido armonizar sus respectivos proyectos para que se hiciera posible el entendimiento básico entre los principales sectores políticos del país.

Pienso que este hecho constituye el mejor aval para que España inicie un nuevo período de grandeza.

Y hoy, como Rey de España y símbolo de la unidad y permanencia del Estado, al sancionar la Constitución y mandar a todos que la cumplan, expreso ante el pueblo español, titular de la soberanía nacional, mi decidida voluntad de acatarla y servirla.

Importante es el paso que acabamos de dar en la evolución política que entre todos estamos llevando a cabo. Importante es la aprobación de una Ley básica como la que hoy he sancionado y que constituye el marco jurídico de nuestra vida común; pero pensemos que la ruta que nos aguarda no será cómoda ni fácil, y que, al recoger el fruto de la etapa que se cierra, debemos abrigar también la ilusión de no desfallecer en nuestro empeño, el propósito de no ceder terreno al desánimo y la seguridad de mantener el pulso necesario para sortear escollos y dificultades.

Si hemos acertado en lo principal y lo decisivo, no debemos consentir que diferencias de matiz o inconvenientes momentáneos debiliten nuestra firme confianza en España y en la capacidad de los españoles de profundizar en los surcos de la libertad y recoger una abundante cosecha de justicia y de bienestar.

Porque si los españoles sin excepción sabemos sacrificar lo que sea preciso de nuestras opiniones para armonizarlas con las de otros; si acertamos a combinar el ejercicio de nuestros derechos con los derechos que a los demás corresponde ejercer; si postergamos nuestros egoísmos y personalismos a la consecución del bien común, conseguiremos desterrar para siempre las divergencias irreconciliables, el rencor, el odio y la violencia, y lograremos una España unida en sus deseos de paz y de armonía.

De acuerdo con estos propósitos, la Monarquía, que como Institución integradora debe estar por encima de discrepancias circunstanciales y de accesorias diferencias, procurará en todo momento evitarlas o conjugarlas para extraer el principio común y supremo que a todos debe impulsarnos: lograr el bien de España.

Los pueblos de España tienen planteadas grandes demandas en el orden del reconocimiento de sus propias peculiaridades, del trabajo, de la vida familiar, de la cultura y la igualdad efectiva de las oportunidades en el ejercicio cotidiano de la libertad.

A todo ello hemos de consagrar nuestros esfuerzos en el tiempo que se avecina.

Íntimamente identificados con el pueblo, siempre cerca de él, en contacto directo con sus preocupaciones y urgencias, podremos garantizar para el futuro el orden social justo a que todos aspiramos.

Al reiterar a todos mi agradecimiento y mi satisfacción, quiero terminar expresando el orgullo que siento por estar al frente de los españoles en estos tiempos decisivos en que nuestras miradas deben dirigirse al porvenir con fe, con optimismo, con decisión y valentía, con la más ilusionada de las esperanzas.

El día de mi proclamación tuve ocasión de decir que el "Rey es el primer español obligado a cumplir con su deber".

Por eso repito ahora que todo mi tiempo y todas las acciones de mi voluntad estarán dirigidas a este honroso deber que es el servicio de mi Patria.