miércoles, 28 de diciembre de 2011

La Corona y la Nación


Con el discurso de apertura de la X Legislatura, Su Majestad el Rey dio continuidad a su mensaje de Navidad y reiteró el compromiso de la Corona con la unidad nacional, las víctimas del terrorismo y los esfuerzos por salir de la crisis económica. El contenido de los discursos de Don Juan Carlos esta semana no ha sido protocolario ni testimonial. Se ha basado en ideas muy concretas sobre la actitud de la Corona hacia los graves momentos que atraviesa la sociedad española, con claras apelaciones a la honradez de los cargos públicos y el respeto que deben merecer las instituciones, aun a pesar de comportamientos individuales concretos que constituyen delitos de corrupción o, sin ser delictivos, no se corresponden con la ética esencial que cabría esperar de sus autores. Su Majestad ha sido muy consciente del alcance de sus palabras en la polémica provocada por las actividades profesionales de su yerno, Iñaki Urdangarín, que se hallan bajo investigación judicial.

Los nuevos parlamentarios inician su actividad en este mandato con una apología de Don Juan Carlos a la Constitución de 1812, ante su inminente segundo centenario. Aquella Constitución de Cádiz dio carta de naturaleza a la Nación española, como titular de la soberanía, y convirtió a los españoles en ciudadanos, para dejar de ser vasallos. No es vano este recuerdo de «La Pepa» precisamente ahora, cuando más se necesita la unidad de los españoles para superar la crisis y más esencial es la puesta en marcha de proyectos de cohesión nacional, frente a los particularismos locales que van contra los tiempos de globalidad y convergencia entre Estados. La recuperación del sentido nacional de la política es uno de los grandes desafíos de Mariano Rajoy, y no le faltarán ocasiones para comprobarlo. Ayer mismo, el Gobierno de la Generalitat catalana, empeñado en arrancar del Ejecutivo de Madrid el pacto fiscal, aprobó una reforma legal para convocar consultas populares sin la previa autorización del Estado central. Es un episodio más del pulso permanente de los nacionalismos —el vasco ya ha anunciado el suyo soberanista para 2015— frente al que se hace indispensable iniciar un proceso de reforzamiento del Estado, tanto en sus instituciones centrales como en la legislación necesaria para asegurar los principios de igualdad y solidaridad. La Corona, nuevamente, representa la continuidad y unidad del Estado y la Nación, por encima de alternancias de gobierno y de contiendas partidistas, todas ellas legítimas, pero sobre las que debe existir una institución unificadora, como la que encarna Don Juan Carlos.

Fuente: ABC


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